Nuestros juicios no solo están llenos de sesgos, están llenos de ruido (y no importa el tema que analicemos)

Nuestros juicios no solo están llenos de sesgos, están llenos de ruido (y no importa el tema que analicemos)
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A la hora de realidad un juicio moral, cualquiera, estamos cruzados de sesgos, pero también de ruido. Por esa razón, no es suficiente con tener empatía.

Porque la empatía, por ejemplo, favorece a los miembros del endogrupo (propio grupo) respecto a los del exogrupo (grupo exterior), tal y como sugiere este estudio.

El ruido es ubicuo

Como explica el Nobel de economía Daniel Kahneman en su último libro Ruido, un fallo en el juicio humano, una propiedad general del ruido es que se puede reconocer y medir sin saber nada sobre el objetivo o el sesgo:

Para comprender el error en el juicio, necesitamos entender tanto el sesgo como el ruido. Avece el ruido es, como veremos, el problema más importante. Sin embargo, en las conversaciones públicas sobre el error humano y en las organizaciones de todo el mundo, el ruido rara vez se reconoce.

En las decisiones del mundo real, pues, la cantidad de ruido acostumbra a ser muy elevada. A continuación, algunos ejemplos sorprendentes:

  • La medicina: ante un mismo paciente, distintos médicos juzgan de forma diferente si este tiene cáncer de piel, cáncer de mama, enfermedad cardiaca, tuberculosis, neumonía, depresión y una larga lista de afecciones. En psiquiatría, donde el juicio sobjetivo es importante, el ruido es todavía mayor.
  • Las predicciones: los profesiones rara vez se ponen de acuerdo sobre predicciones de toda índole, como las probables ventas de un producto, el crecimiento de la tasa de desempleo, la probabilidad de quiebra de una empresa...
  • Selección de personal: los entrevistadores de los candidatos a un puesto de trabajo hacen evaluaciones muy diferentes de las mismas personas.
  • Las decisiones judiciales: un mismo caso puede ser enjuiciado de forma muy diferente por un juez, en ocasiones condenando a muchos años, en otras ocasiones a pocos años e, incluso, en algunos otros casos se puede absolver al encausado.

Todas estas situaciones ruidosas son la punta del iceberg. Dondequiera que examinemos juicios humanos, es probable que encontremos ruido. Para mejorar la calidad de nuestros juicios, necesitamos domeñar tanto el ruido como el sesgo.

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