Las conclusiones extraídas de estudios realizados principalmente en niños no deberían suponerse que fueran válidas para las niñas, tal y como sugiere un nuevo estudio que esclarece un poco más cómo se manifiesta el trastorno del espectro autista (TEA) en el cerebro de las niñas.
Este nuevo estudio nos proporciona una hoja de ruta para comprender cómo hacer coincidir mejor las intervenciones basadas en evidencia actuales y futuras con los perfiles cerebrales y genéticos subyacentes
Diferencia genética
Los investigadores descubrieron que existe una diferencia significativa en los genes y la "carga genética" que sustenta la enfermedad en niñas y niños. También identificaron formas específicas en que los cerebros de las niñas con TEA responden de manera diferente a las señales sociales como las expresiones faciales y los gestos que los de las niñas sin TEA.
La investigación combinó imágenes cerebrales de vanguardia con investigación genética para comprender mejor los efectos del TEA en las niñas. Esos efectos han permanecido poco explorados porque la afección es cuatro veces más común en los niños.
Concretamente, se utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para examinar la actividad cerebral durante las interacciones sociales. Descubrieron así que las niñas autistas usaban diferentes secciones de su cerebro que las niñas que no tenían TEA. Y, lo más sorprendente, la diferencia entre las niñas con y sin autismo no fue la misma que la diferencia en el cerebro observada al comparar a los niños con y sin autismo, revelando diferentes mecanismos cerebrales en juego en el autismo según el género de la persona.
Del mismo modo, los contribuyentes genéticos subyacentes eran bastante diferentes. Las niñas tenían un número mucho mayor de variantes raras de genes activos durante el desarrollo temprano de una región del cerebro conocida como cuerpo estriado. Esto sugiere que los efectos sobre el cuerpo estriado pueden contribuir al riesgo de TEA en las niñas.
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