En los últimos años, sobre todo a raíz de la proliferación del smartphone, los padres han empezado a leer menos a sus hijos, tal y como señala una encuesta efectuada por Common Sense Media.
Muchos de estos padres consideran que leer a un bebé que parece no entender nada de lo que se le está leyendo carece de sentido. Sin embargo, esto no es así.
La importancia de la lectura
Mientras los padres le leen un cuento a sus hijos (o simplemente les explican una historia), el bebé está aprendiendo. Aprende el idioma, su estructura, sus rasgos gramaticales. No basta con entregar a los niños una tableta donde aparezca un vídeo para que se entretengan.
Tal y como lo explica Maryanne Wolf en su libro Lector, vuelve a casa:
Durante más de cuatro décadas, uno de los factores principales en el desarrollo posterior de la lectura ha sido la frecuencia con la que los padres leían a sus hijos. Actualmente hay una serie de excelentes iniciativas en todo el mundo instando a los padres a hacerlo, como la exitosa campaña estadounidense Reach Of & Read, promovida por los pediatras Barry Zuckerman y Perri Klaus; el proyecto italiano Nati per leggere, y el exitoso programa Bring Me A Book que Judy Koch implantó en California y China.
Estas iniciativas no solo promueven la lectura, sino la lectura compartida de libros físicos, porque consideran que la lectura dialógica es la más fructífera, esto es, la lectura en la que padre e hijo forman una especie de bucle de comunicación interactiva que construye el lenguaje.
Los datos de imágenes cerebrales de Hutton ponen de manifiesto los importantes efectos que esta forma de lectura tienen en el desarrollo de las regiones del lenguaje en la primera infancia.
Con la lectura, los niños no solo viajan con la imaginación a lugares lejanos, sino que se familiarizan con los importantes esquemas cognitivos de historias y cuentos que reaparecerán una y otra vez en sus años posteriores de colegio. Lo más importante, con todo, es que en estas lecturas se sientan las bases para aprender palabras que los niños jamás escucharían en otro contexto.
Los estudios sobre la relación que existe entre el reconocimiento de fonemas por parte de los niños y su posterior éxito lector son bien conocidos; lo mismo sucede con respecto a los que abordan el conocimiento de vocabulario.