Vamos con una afirmación polémica (cualquiera que insinúe que la mujer hace algo peor que el hombre lo es, no nos engañemos): las mujeres contribuyen más a la congestión del tráfico que los hombres (y, por tanto, también la sufren más que los hombres).
¿Qué explicación hay a esta aseveración tan machistoide?
Obviamente, la razón no tiene nada que ver con el sexo de la mujer ni con algún defecto femenino; ni mucho menos las mujeres tienen “culpa de nada”. Lo que estas cifras revelan es que los patrones de tráfico no son meros flujos anónimos sino reflejos de los cambios sociales. Como que la mujer se haya incorporado al trabajo.
Sandra Rosenbloom, profesora de urbanismo en la Universidad Estatal de Arizona, cuya especialidad es el comportamiento viario de las mujeres:
El aumento en el número de coches, permisos de conducir, kilómetros recorridos… sigue al dedillo la incorporación de las mujeres al mercado del trabajo. (…) No es que los hombres no hubiesen conducido más, pero no se verían los pasmosos aumentos en la congestión del tráfico en todos los índices de viaje si las mujeres no se contabilizaran como mano de obra, conduciendo.
Sin embargo, la incorporación de la mujer al mundo laboral no es toda la historia. Las estadísticas revelan que los hombres siguen haciendo más kilómetros que las mujeres para acudir al trabajo, y las mujeres trabajadoras siguen representando una minoría de la población activa. Así pues, ¿qué hace la mujer conduciendo tanto?
Llevar a los niños al cole, la guardería o el entreno de fútbol, salir a comer, recoger la ropa de la lavandería. En 1960, el estadounidense medio conducía 33,22 kilómetros al día. Para 2001, la cifra superaba los 50 kilómetros.
Estos viajes están mayoritariamente realizados por mujeres. Aunque la tendencia empieza a cambiar, las mujeres continúan encargándose de promedio del grueso de las actividades domésticas. De hecho, los patrones de conducción de los hombres apenas varía si el hombre vive en familia o del tamaño de la familia. Pero los patrones de conducción de la mujer varían enormemente según el tamaño de la familia.
Las madres hacen más recados que los padres, en otras palabras.
Incluso, las mujeres hacen más viajes tipo taxista: llevar a alguien a algún sitio donde ellas no necesitan estar.
Todos estos viajes se apretujan en el trayecto de ida y el de vuelta al trabajo en un proceso llamado “encadenamiento de viajes”. Y como las mujeres, en su conjunto, parten más tarde hacia el trabajo que los hombres, tienden a trasladarse justo de lleno en las horas de máxima congestión (y más aún en las horas punta de la tarde, que es en parte por lo que tienden a ser las peores). Es más, ese tipo de trayectos se realizan en calles de tipo local, con muchos semáforos y movimientos de giro obligatorios, que son las peor equipadas para manejar flujos intensos de tráfico.
Pero las mujeres, en realidad, no tienen la culpa de las congestiones: sus patrones de conducción están impuestos por otros motivos de los que os hablaré en la próxima entrega de este artículo.
Vía | Tráfico de Tom Vanderbilt
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