El ser humano parece diseñado para ambicionar el bienestar y la felicidad, sin embargo también parece extraer algún tipo de placer recóndito al regodearse en el dolor, el drama o la tristeza, al menos cuando se relaciona con la ficción o la música. ¿Por qué hay baladas, que por ejemplo, tienen tanto éxito aunque sean profundamente tristes?
¿No deberíamos huir de las melodías que nos hacen llorar y nos predisponen a pasar un día melancólico?
Otras recompensas cognitivas
Las canciones tristes, así como las novelas, películas o hasta culebrones, a pesar de que pueden predisponernos a tener un ánimo decaído, ofrecen otras recompensas a nivel cognitivo: regulan nuestras emociones, le dan volumen y agudizan nuestra empatía.
Al experimentar con nuestras propias emociones, no solo comprendemos mejor nuestro pasado o nuestro presente, sino que comprendemos con más detalle nuestra geografía emocional.
Finalmente, todos estos beneficios de la música triste se producen porque no hay consecuencias reales en nuestras vidas. La música nos permite revisitar el pasado o crear realidades alternativas, pero nuestras vidas siguen siendo las mismas, en esencia, tras los tres minutos que dura una canción. En ese sentido, la música triste también puede obrar como una catarsis.
Todos tenemos nuestro propio repertorio de canciones tristes. Pero Jacob Jolij, un neurocientífico de la Universidad de Groningen en Holanda, junto a la red de música Spotify, analizó canciones actuales para un nuevo estudio que determinara qué canciones provocan felicidad y cuáles tristeza de forma generalizad. Según explica el propio Jolij:
La música puede tener poderosos efectos en nuestras emociones, desde hacernos felices, permitirnos superar miedos, cierta música puede desencadenar ciertos sentimientos y las hormonas afectan directamente nuestro ánimo.
Centrándonos en las canciones que evocan tristeza y/o nostalgia, el estudio refleja temas como Something I need de One Republic y All of me de John Legend.
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