Existe una creencia generalizada de que la cantidad y la intensidad del contenido transgresor en la pornografía han aumentado. Sin embargo, las cosas no parecen ser así.
A pesar de las consignas ideológicas que se repiten machaconamente desde algunos púlpitos mediáticos, consumir más ficción violenta o más pornografía ni genera más asesinos, ni más violadores ni una escalada armamentística hacia un porno cada vez más procaz y aberrante.
Análisis
Según un reciente estudio que evaluó si la cantidad o la popularidad del contenido transgresor (violencia, incesto o BDSM) había cambiado en determinado período de tiempo de 16 años, se constató que no hubo un aumento significativo en la cantidad de contenido con esos temas o su popularidad entre los consumidores (medida por las vistas por día).
Estos resultados, además de investigaciones recientes que presentan hallazgos similares dentro de los vídeos pornográficos, no respaldan las percepciones populares de que el material erótico se está volviendo cada vez más transgresor. Más bien, dicho contenido parece ser relativamente consistente.
El interés, al menos en una búsqueda bruta, tampoco parece haber aumentado. De hecho, se percibe incluso cierto hastío, como podemos ver en Google Trends:
El fenómeno de la pornografía no es novedoso, pero sí lo es su acceso universal, gratuito y fácil de ocultar, y desde su universalización ha disminuido los crímenes sexuales, incluidos el exhibicionismo, las violaciones y el abuso infantil.
Donde hay más disponibilidad de pornografía, los delitos sexuales han disminuido o no han aumentado. Si no se presentan problemas físicos, mentales o psicológicos previos, practicar o consumir mucho sexo no genera adicción, tal y como explica Pere Estupinyà en su libro S=EX2:
Y cuando existen problemas previos que provocan una búsqueda obsesiva y compulsiva de recompensas, el sexo suele ser la consecuencia y no la causa. De hecho, en la bibliografía científica se pueden encontrar casos de adictos al sexo que también lo son a las compras, al juego o que tienen obsesiones como lavarse las manos compulsivamente.