El punto de inflexión afectivo o el "ha llegado la hora de dejar creer absurdeces"

El punto de inflexión afectivo o el "ha llegado la hora de dejar creer absurdeces"
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Cuando alguien siente amenazada una opinión, sobre todo si se ha mentenido durante largo tiempo y está profundamente conectada con su ideología, sus creencias o sus sentimientos, entonces acostumbra a doblar su apuesta y reúnen munición para enfrentarse a la información discrepante.

De lo contrario, podemos parecer incoherentes, que es lo peor que nos puede pasar (cuando en realidad es lo que somos prácticamente todo el tiempo).

El emperador va desnudo

A veces ni siquiera importa que nuestros datos, los hechos, la lógica y el razonamiento estén de nuestra parte, porque hay una serie de mecanismos psicológicos que se activan para evitar la amenaza a nuestra identidad y nuestra coherencia, como el razonamiento motivado o la disonancia cognitiva.

Sin embargo, llega un punto que nuestra opinión es tan absurdamente contraria a los hechos que se derrumba. A este fenómeno se le denomina punto de inflexión afectivo. La opinión, entonces, aunque nos cueste mucho admitirlo, resulta imposible de sostener, porque pareceremos más idiota sosteniéndola que admitiendo que estábamos equivocados (sí, aunque debería ser al contrario, admitir un error y enmendarlo es signo de poca inteligencia).

Un ejemplo de ello es seguir manteniendo que fumar no es nocivo para la salud o que las autoridades sanitarias están exagereando, algo que se mantenía públicamente en muchos foros hace pocas décadas. Lo explica así el psicólogo cognitivo Steven Pinker en su libro En defensa de la Ilustración:

El punto de inflexión depende del equilibrio entre la gravedad del daño que causaría la renuncia a la opinión a quien la profesa y el hecho de que las evidencias en contra sea tan flagrantes como para ser del dominio público: un emperador desnudo o un elefante en una habitación. (... ) Eso es lo que está empezando a ocurrir con la opinión pública sobre el cambio climático. Y poblaciones enteras pueden cambiar cuando un núcleo crítico de personas influyentes a las que es posible persuadir cambian de opinión y todos los demás las siguen, o cuando una generación es reemplazada por otra que no se aferra a los mismos dogmas.

Imagen | Southern Arkansas University

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