En esencia, la elevación moral es un sentimiento difícil de definir que aparece cuando vemos a alguien hacer algo muy positivo o generoso con alguien, lo que nos produce también cierta exaltación o inspiración.
Por ejemplo, cuando contemplamos cómo alguien cede el asiento en el autobús (bajo nivel) o presenciamos la historia de un profesor que ayuda a niños en riesgo de exclusión (alto nivel).
Ayudar a los demás
Lo interesante desde el punto de vista de la psicología en lo tocante a la elevación moral es que, en general, quien la experimenta también suele sentir la necesidad de ayudar a otras personas, como en una cadena de favores.
Es lo que estudian, por ejemplo, Jerry Clore, Jonathan Haidt y Simone Schnall de la Universidad de Virginia.
Por ejemplo, tras mostrar a un grupa de personas un clip de vídeo del programa de la televisión estadounidense Oprah Winfrey en el que una persona ayuda a niños desfavorecidos de barrios deprimidos, compararon su predisposición a rellenar unos cuestionados con quienes no habían visto ese clip.
La diferencia fue pequeña, pero clara, como el mismo Schnall explica en el libro Las mejores decisiones:
Casi todos los participantes se sentaba otra vez y empezaban a rellenar los cuestionarios, pero lo realmente asombroso es que los de la condición de elevación moral se quedaron una media de 40 minutos porque se sentían motivados para ayudar a los demás. Estaba claro que el experimentador necesitaba ayuda y accedieron encantados. Los de la condición de control también se quedaron, pero solo unos 15 minutos de media. Hemos observado lo mismo en diversos contextos y es muy esperanzador que estas emociones morales concretas impulsen a la gente a ayudar a los demás.
Bajo esta lógica, pues, para intentar inspirar a que la gente contribuya en causas humanitarias, pues, parece más eficaz hacer que la gente piense, sobre todo, en lo bien que se sentirá si ayuda a los demás y en qué puede inspirar a otros a ayudar a los demás, y no tanto apelar a la razón.
Ver 3 comentarios