En el mundo se hablan unas 6.800 lenguas (aunque cada año se destruyen muchas, y también nacen otras tantas). Sólo en Francia, por ejemplo, se hablan 75 (algunas indígenas, otras no). En la diminuta Papúa Nueva Guinea se hablan 820. A pesar de las apariencias, todas las lenguas y dialectos hablados por el ser humano disponen de una suerte de gramática universal y, también, de unos niveles de riqueza y complejidad parejos. O al menos las diferencias nada tienen que ver con el desarrollo de la sociedad en sí.
Por ejemplo, hay idiomas realmente muy simples. Pero son simples no porque sus sociedades sean simples, sino porque no hay necesidad cultural de que sean más complejas. El caso de los agtas, que viven esencialmente de la pesca, no precisan de una palabra para la pesca en general sino de las diversas formas específicas de pescar.
Por ejemplo, de los miles de idiomas que se hablan en el planeta, el idioma de la tribu piraha, localizada en la ribera del río Maici, en Brasil, es sin duda el idioma más simple del mundo, según investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). Lo hablan menos de 200 personas. Este idioma taquigráfico carece de palabras para expresar el concepto de un número específico, es decir, no tienen “uno”, ni “dos”. Las cantidades se expresan de manera relativa: “algunas”, “pocas” o “más”, por ejemplo. Sólo tiene 8 consonantes (7 en el caso de las mujeres). Y 3 vocales. Para compensar, el lenguaje piraha posee una morfología verbal muy compleja, así como un sistema prosódico enredado.
Así pues, finalmente, el hecho de que unas lenguas tengan más éxito que otras, responde a cuestiones políticas, históricas y/o económicas, y poco más. El francés, en su día la lengua más hablada en Occidente, se vio desplazada por el inglés no porque esta lengua fuera mejor, sino porque el Reino Unido y Estados Unidos adquirieron un papel más poderoso e influyente que el de Francia. O como lo resumió magistralmente el especialista en yiddish Max Weinrich: “Una lengua es un dialecto con un ejército y una flota.”
Entonces… tal vez todo se arreglaría si nos pusiéramos de acuerdo para concebir un idioma universal más eficiente y cualitativamente mejor en todos los sentidos. No algo como el esperanto, que fue un fracaso (sólo lo habla una décima parte del 1 % de la población mundial.), sino un idioma que en realidad tuviera cualidades objetivas indiscutibles que lo convierten en mejor que el resto y que todos nosotros deberíamos usarlo para comunicarnos más fluidamente. Una lengua ajena a las arbitrariedades y ambigüedades de las lenguas que pueblan el mundo.
En la tercera y última entrega de este artículo, os explicaré qué intentos ha habido al respecto.
Vía | Kluge de Gary Marcus | Nuestra especie de Marvin Harris | Muy Interesante | Rebelarse vende de Joseph Heath
En Xataka Ciencia | ¿Qué idioma es el mejor para comunicarse? (I), (II) y (y III)
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