Utilizando la Encuesta Epidemiológica Nacional sobre Alcohol y Condiciones Relacionadas y entrevistas personales, un nuevo estudio encuestó a más de 36.000 inmigrantes descubriendo algo sorprendente y contraintuitivo: que los inmigrantes de Estados Unidos tienen menores tasas de problemas de salud que los propios estadounidenses.
En concreto, el estudio halló menor probabilidad de experimentar ansiedad, trastorno bipolar, depresión y trastornos relacionados con el trauma.
Inmigrante saludable
A priori, uno podría pensar que el estrés de mudarse a un nuevo país, establecer una nueva vida y aprender una nueva cultura puede constituir un desafío a la salud mental de un inmigrante, porque todo ello es de todo punto estresante. Sin embargo, las personas inmigrantes son precisamente las más saludables y mentalmente duras, las que se atreven a enfrentarse al desafío.
Según esta hipótesis, llamado del inmigrante saludable, las personas que están dispuestas a migrar, y que pueden hacerlo con éxito, forman parte de un subconjunto excepcionalmente saludable y psicológicamente resistente.
Esencialmente, los inmigrantes parecen ser más saludables porque solo los saludables, en general, son los capaces de emigrar. Las personas poco saludables carecen de la capacidad o el deseo de abandonar sus países de origen, mientras que las personas más sanas que voluntariamente deciden inmigrar resuelven mejor el estrés de hacerlo y son más resistentes mentalmente en general.
También es probable que las barreras logísticas y financieras a la inmigración impidan que las personas enfermas lleguen a los Estados Unidos. De hecho, cuando se eliminan estas barreras, las tasas de trastornos mentales en los inmigrantes tienden a aumentar a los niveles de los estadounidenses. Los puertorriqueños, por ejemplo, pueden viajar libremente a los Estados Unidos sin pasar por la inmigración. Como resultado, tienen niveles comparables de enfermedades mentales como individuos del continente.
La encuesta utilizada para recopilar la mayor parte de los datos no distinguía entre los tipos de inmigrantes entrevistados, por lo que este estudio no pudo comentar las diferencias específicas entre los migrantes voluntarios (trabajadores, personas que habían inmigrado para estar con la familia, etc.) y migrantes involuntarios (refugiados y solicitantes de asilo). Sin embargo, investigaciones previas han demostrado que los refugiados experimentan niveles más altos de trastornos que los inmigrantes no refugiados.
Aclimatación cultural
Sin embargo, el estudio también reconoce que otros factores pueden estar en juego cuando se trata de la salud mental de los jóvenes inmigrantes. Un factor notable es la aclimatación cultural. ¿Son más saludables los que mejor se adaptan a la cultura que les hospeda o es al revés?
Al parecer, los inmigrantes que se sumergen más en su cultura adoptiva experimentan peores resultados de salud que aquellos que están menos adaptados a la misma. Por ejemplo, los hispanos de Estados Unidos que en su mayoría hablan español y se asocian con otros hispanohablantes son menos propensos a consumir drogas y comer comida rápida, y es más probable que sean físicamente activos.
Si se adaptan más a la cultura, también entran más en contactos con ciudadanos del país, lo que aumenta la probabilidad de discrminación, sea ésta explícita o implícita, lo que aumenta las tasas de estrés. También al tener competencias lingüísticas más altas, al parecer, son capaces de detectar con más frecuencia posibles matices en la discriminación de los estadounidenses.
Naturalmente, estos resultados aparecen en Estados Unidos. Está todavía por ver si estos fenómenos se repiten en otros países, o si la procedencia del migrante es decisiva para alterar algún valor.
Ver 7 comentarios