Como os adelantaba en la entrega anterior de esta serie de artículos sobre los lugares más violentos del mundo, vamos a calcular la proporción de personas vivas en diferentes lugares y épocas para calcular la probabilidad de morir en cada una de ellas.
Para ello, basta con un recuento de cuerpos del cementerio y el tamaño de la población. El número de muertes al año por cada 100.000 personas es la media estándar de índices de homicidios. Tal y como señala Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:
Para hacernos una idea de qué significan esas cifras, tengamos presente que el lugar más seguro de la historia humana, Europa occidental al inicio del siglo XXI, tiene un índice de homicidios cercano a 1 por cada 100.000 habitantes al año. (…) Entre los países occidentales actuales, Estados Unidos se halla en un peligroso extremo del registro. En los peores años de las décadas de 1970 y 1980 hubo un índice de homicidios aproximadamente de 10 por 100.000, y las ciudades con fama de violentas, como Detroit, llegaban a 45 por cada 100.000. Si viviéramos en una sociedad con un índice de homicidios así, notaríamos el peligro en la vida cotidiana, y a medida que aumentara el índice hasta llegar a 100 por 100.000, comenzaría a afectarnos en el plano personal; suponiendo que tuviéramos cien parientes, amigos y conocidos íntimos, en el transcurso de una década seguramente uno de ellos sería asesinado. Si el índice llegara a 1.000 por 100.000 (1 %), perderíamos a un allegado al año y tendríamos una probabilidad superior al 50 % de ser asesinados.
Las cifras parecen enormemente peligrosas, pero fueron bastante parecidas a las reales si echamos la vista hacia atrás. El índice anual medio de mortalidad por guerra para las sociedades sin estado es de 524 por 100.000. La Francia del siglo XIX participó en las guerras Revolucionarias, Napoleónicas y Franco-prusianas, y perdió un promedio de 70 por cada 100.000 habitantes al año.
Durante el siglo XX, Estados Unidos se ganó la fama de belicistas, pues luchó en las dos guerras mundiales, y en Filipinas, Corea, Vietnam e Irak. Sin embargo, el coste anual en vidas americanas era inferior al de las otras grandes potencias del siglo: en torno a 3,7 por cada 100.000.
En definitiva, los países occidentales modernos, incluyendo las épocas en los que estuvieron en guerra, sufrieron un índice de mortalidad que era apenas una cuarta parte del índice promedio de las sociedades sin estado.
Según algunos estudios, hay grupos de cazadores-recolectores pacíficos. Sin embargo, son casos anecdóticos, y, además, no resultan muy fiables, como explicaremos en la próxima entrega de esta serie de artículos.