La epilepsia gelástica es una patología que suena terrible, pero que adopta una forma que, desde fuera, pudiera resultar hilarante. Al menos al principio. Y es que tipo de patología consiste en una actividad descontrolada y excesiva de risa.
Una afección que tiene muchos otros nombres, algunos de los cuales parecen conjuros de magia, como risus sardonicus (sonrisa demoníaca, en latín) o enuresis risosa (incontinencia de la risa).
Los síntomas asociados a loa risa patológica son muy diversos. A veces es solo risa, exenta de alegría, pero otras veces no. También hay pacientes que experimentas euforia durante los espontáneos episodios de risa, otros confunden placer y dolor (asimbolia al dolor). Tal y como explica Scott Weems en su libro Ja:
La risa patológica nos dice mucho acerca del cerebro, porque nos muestra cómo el humor precisa de la interacción de muchas partes diferentes. Como hemos comentado antes, la risa se relaciona con el humor al igual que un síntoma se relaciona con la enfermedad subyacente: es una manifestación externa de un conflicto interno. Aunque ese conflicto a menudo aparece en forma de chiste, no tiene por qué. Puede ser provocado por la tensión, la ansiedad, o, en casos de risa patológica, por una actividad cerebral excesiva debida a una lesión nerviosa.
En algunos casos, esta afección viene acompañada de déficits cognitivos, como una reducción de la inteligencia o de la memoria.
Según una investigación realizada por el Instituto de Psicología de la Universidad de Freiburg en Alemania, y publicada en la revista científica Epilepsia, más de la mitad de los pacientes que sufren este tipo de patología neurológica ve disminuido su cociente intelectual en la edad adulta presentando.
Las crisis gelásticas son las manifestaciones críticas más características y frecuentes en los pacientes con hamartoma hipotalámico (una malformación no neoplásica que afecta al área hipotalámica localizada entre el tallo infundibular), de inicio en los primeros años de vida (se han descrito incluso en recién nacidos),
El tratamiento con fármacos no suele funcionar en estos casos, por lo que la neurocirugía suele ser una de las intervenciones más utilizadas con el objetivo de separar el hamartoma del tejido circundante.
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