Escuchar historias sobre torturas, codicia empresarial, fraudes y mala conducta es algo cotidiano en las noticias que recibimos a diarios. Durante años, los científicos han intentado comprender por qué la gante común se puede ver obligada a cometer actos atroces. Gran parte de lo que conocemos sobre este tema se remonta a la obra de un hombre: Stanley Milgram.
Hace 50 años, Milgram, un Profesor adjunto de Psicología de la Universidad de Yale, inició una famosa y controvertida serie de experimentos para poner a prueba los límites de la obediencia de la gente a la autoridad, y así determinar hasta qué punto llegaría una persona para infligir dolor a otras sólo porque se lo hayan ordenado.
El experimento consistió en cuarenta hombres que asumían el papel de “maestro” y otros de “aprendiz”. Los primeros formulaban una serie de preguntas a los segundos y les aplicaban descargas eléctricas cuando la respuesta era incorrecta. Aunque los “maestros” creían que aplicaban descargas eléctricas reales a los “aprendices”, estos últimos eran en realidad parte del equipo de investigación, y simulaban que las sufrían.
Estos experimentos sentaron las bases para la comprensión de por qué la gente aparentemente decente se podría animar a hacer cosas malas. Thomas Blass, biógrafo de Milgram y Profesor de Psicología de la Universidad de Maryland (Baltimore), afirma que los experimentos de Milgram proporcionan una poderosa afirmación:
No es el tipo de persona que somos lo que determina nuestra manera de actuar, sino más bien el tipo de situación en la que nos encontramos.
Lo que reveló el estudio de Milgram fue la fuerza de la presión social. El auge de la investigación en el estudio de las personas en sus entornos naturales es uno de los legados más importantes de su trabajo. Ahora, cincuenta años más tardes, sus experimentos sirven como un punto de inflexión en el campo de la psicología social.
Os dejo con algunos vídeos de sus experimentos:
Vía | Yahoo
Más información | Perspectives on Psychological Science
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