Una nueva investigación realizada por dos expertos de UC Berkeley rastreó a personas desagradables, aquellas con personalidades egoístas, combativas y manipuladoras, desde la universidad o la escuela de posgrado, descubriendo que ser un 'idiota' no favoreció su carrera profesional.
El estudio aparece en la edición del 31 de agosto de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Dos estudios longitudinales
Los investigadores realizaron dos estudios de personas que habían completado evaluaciones de personalidad como estudiantes de pregrado o MBA en tres universidades. Encuestaron a las mismas personas más de una década después, preguntándoles sobre su rango en su lugar de trabajo. También preguntaron a sus compañeros de trabajo sobre el comportamiento y el rango en el lugar de trabajo de los participantes del estudio.
En general, se halló que aquellos con altos puntajes en rasgos desagradables no tenían más probabilidad de haber alcanzado el poder que aquellos que eran generosos, confiables y generalmente amables.
Eso no quiere decir que los idiotas no alcancen posiciones de poder. Es solo que no avanzan más rápido que los demás, y que ser un idiota simplemente no ayuda. Eso se debe a que cualquier impulso de poder que obtienen al ser intimidantes se compensa con sus malas relaciones interpersonales. Por el contrario, se halló que los extrovertidos eran los que tenían mayor probabilidad de haber avanzado en su carrera laboral, en función de su sociabilidad y asertividad.
Según aclara uno de los autores del estudio, Cameron Anderson, profesor de Berkeley:
La mala noticia aquí es que las organizaciones colocan a personas desagradables a cargo con tanta frecuencia como a personas agradables. En otras palabras, permiten que los idiotas ganen poder al mismo ritmo que cualquier otra persona, aunque tener idiotas con demasiado poder pueda causar un daño grave a la organización o empresa.
Las personas desagradables tienden a ser hostiles y abusivas con los demás, engañan y manipulan a otros para su propio beneficio e ignoran las preocupaciones o el bienestar de los demás. Los déspotas en posiciones de poder son abusivos, priorizan sus propios intereses, crean culturas corruptas y, en última instancia, hacen que sus organizaciones fracasen. También sirven como modelos tóxicos para la sociedad en general.
Anderson señala que los hallazgos no aluden directamente a si la falta de empatía ayuda a las personas a alcanzar el poder en el ámbito de la política electoral, donde las dinámicas de poder son diferentes a las de las empresas. Pero hay algunos paralelos probables:
Tener un conjunto sólido de alianzas es generalmente importante para el poder en todas las áreas de la vida. Los políticos desagradables podrían tener más dificultades para mantener las alianzas necesarias debido a su comportamiento tóxico.
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