Los inmigrantes no son tratados igual que los locales, por muy abierto que sea el país al que pongamos el foco. En ese sentido, el nivel inferior de aceptación social inherente a la condición de inmigrante podría estar asociado a un mayor riesgo de sufrir esquizofrenia.
La esquizofrenia tiene un componente genético que predispone a sufrirla, pero es el contexto social el que finalmente inclina el fiel de la balanza hacia uno u otro lado del espectro esquizofrénico.
Tal y como lo explica el neurólogo David Eagleman en su libro Incógnito:
De una manera que en la actualidad todavía no se comprende, parece ser que un repetido rechazo social perturba el funcionamiento normal de los sistemas de la dopamina. Pero ni siquiera estas generalizaciones lo explican todo, porque dentro de un mismo grupo de inmigrantes (pongamos los coreanos de los Estados Unidos), los que se toman peor sus diferencias étnicas es más probable que se vuelvan psicóticos. Y los que se sienten orgullosos y cómodos con su patrimonio cultural son mentalmente más estables.
Para una visión de conjunto, vale la pena consultar Selten, Cantor-Graae y Kahn en “Migration and schizophrenia”, publicado en Current Opinion in Psychiatry, o Weiser en “Elaboration on inmigration and risk for schizophrenia”, publicado en Psychological Medicine.
Imagen | ItzaFineDay
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