Sí, tú también eres prejuicioso, racista, sexista y clasista

Sí, tú también eres prejuicioso, racista, sexista y clasista
10 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

A menudo, las personas que no suelen leer sobre psicología, acostumbran a autodefinirse como libres de prejuicios, en absoluto racistas, en nada sexistas y, naturalmente, que nunca han recurrido al clasismo para relacionarse con los demás.

Sin embargo, décadas de estudios y pruebas demuestran justo lo contrario: nuestro cerebro está cableado específicamente para ser prejuicioso, racista, sexista y clasista. Una vez asumido esto, lo que debemos procurar es combatirlo frontalmente o, al menos, eliminar sus efectos más perniciosos.

Prejuicios de serie

Sí, todo el mundo tiene tabúes y prejuicios. Al menos es lo que dicen todos los libros de psicología que he leído. Otra cosa es que la mayoría de la gente ni siquiera sea consciente de sus prejuicios, claro. Siempre solemos vernos a nosotros mismos mucho mejor de lo que somos realmente.

Nuestro cerebro está diseñado para formar prejuicios, estereotipos y demás sesgos cognitivos porque es su forma de filtrar las enormes cantidades de información que nos rodea. Como señala George Loewenstein, profesor del Carnegie Mellon y uno de los mayores expertos en el papel de la parcialidad en la formación de nuestros juicios: «La gente siempre cree que no es tendenciosa, aun cuando se pueda documentar estadísticamente que hay una gran parcialidad».

Fue una forma relativamente útil de clasificar información cuando éramos cazadores-recolectores, pero ahora es un problema porque es el origen del racismo, el sexismo y otros clasismos (sí, todos somos racistas, sexistas y clasistas aunque no nos demos cuenta, aunque unos luchen más por evitarlo y lo sean menos al final que otros, claro).

Racial Segregation 67788 960 720

Hay decenas de pruebas y tests psicológicos, como el de Asociación Implícita, que dejan al descubierto nuestros prejuicios más arraigados. Incluso albergamos prejuicios con nuestra propia etnia.

Los prejuicios, pues, a veces son para bien (creemos que algo es mejor de lo que realmente es) o para mal (creemos que es peor), pero se producen en todos nosotros, y hacia todas las cosas que nos rodean: la etnia, el sexo, la belleza, la edad, el tipo de trabajo, los guarismos de la cuenta bancaria...

Por consiguiente, quizá la única manera de vivir sea discriminando a través de prejuicios y estereotipos. Y la virtud estriba en saber cuándo hacerlo y cuándo no hacerlo.

Comentarios cerrados
Inicio