El fervor (mayormente genital) que despiertan algunos intérpretes musicales (sobre todo cantantes blandos cuya voz parece nacerles del escroto) no nació con la 'Beatlemanía' o alguna banda del siglo XX, ya a mediados del 1800, Franz Liszt originaría la llamada 'Lisztomania'. Las fans y groupies alemanas incluso se hacían pulseras con las cuerdas rotas de su piano, lo cual era todo un logro porque los intérpretes de música clásica no acostumbran a despertar tales pasiones.
Al parecer, el secreto de Liszt estribaba, entre otras cosas, en que se comportaba como un showman o una estrella del rock, al estilo de Jimi Hendrix, Mick Jagger o Elvis. Pero ¿por qué los músicos resultan tan atractivos para tanta gente, aunque algunos sean bastante feos (como Hendrix)?
Según Petr Janata, profesor asociado de psicología en la Universidad de California:
Cuando uno es capaz de mostrar que tiene el tiempo y los recursos para perfeccionar su capacidad, termina siendo atractivo para una pareja potencial.
Es decir, según Janata, un músico sería como un pavo real: tocar bien un instrumento y concitar la atención de las masas requeriría un excedente de tiempo y recursos, lo cual es bueno para nuestra descendencia. Por eso hay tanta gente que se compra un coche caro (aunque ello suponga un sacrificio económico): a fin de fingir que disponen de ese excedente. Benjamin D. Charlton también sugiere que, en efecto, "la música es un producto de la selección sexual a través de la elección de pareja.", tal y como más de un siglo antes había sospechado Charles Darwin en El origen del hombre.
No es oro todo lo que reluce
Para llegar a tales conclusiones, Benjamin D. Charlton y sus colegas de la Universidad de Sussex, llevaron a cabo un experimento con 1.465 mujeres que escucharon cuatro composiciones para piano de niveles crecientes de complejidad. Luego se les solicitó que confesaran qué el compositor les parecía más deseable.
Encontraron que las mujeres que se hallaban en el ecuador de su ciclo menstrual (en su momento más fértil) tendieron a considerar que los hombres con habilidades musicales tenían mejores genes que los hombres sin esa habilidad. Las mujeres que no estaban en el punto de máximo concepción fueron generalmente ambivalentes, no preferían un solo compositor sobre otro; pero las que estaban entre los días seis al catorce de sus respectivos ciclos reproductivos preferían al intérprete de la canción más compleja.
Sin embargo, esta preferencia era sólo para relaciones a corto plazo, lo que implica que las mujeres querían procrear rápidamente con calificados músicos, pero no mantenerlos como pareja a largo plazo. Es decir, que el músico que concita a las masas tiene más facilidades para reproducirse, pero no para tener pareja estable. Algo similar a lo que ocurre con el típico rebelde sin causa, el pendenciero que tiene una novia en cada puerto.
La música describe habilidades
Puede parecer que sentirse atraído por alguien que sencillamente toca bien un instrumento o canta de un modo emotivo constituye una razón demasiado irrelevante a la hora de tener una buena descendencia. ¿Por qué la evolución ha propiciado esta dinámica? Al fin y al cabo, cualquiera puede aprender a tocar música, y más tarde serán una serie de arbitrariedades las que, en muchas ocasiones, impulsen a esa persona al estrellato. ¿Dónde queda la bondad, la moral, la fidelidad o la fiabilidad, que son rasgos evolutivamente más importantes?
Llegar a ser un gran músico toma tiempo, recursos, tenacidad, concentración, y una multitud de otros rasgos. Así, un músico experto ya ha tenido que probar todas las cualidades antes mencionadas individualmente (al menos en muchos casos). Además, mostrar amor por la música también denota sensiblidad, inteligencia; y en función del tipo de música que escuchemos o interpretemos, también ofrecemos toda clase de información sobre nuestra personalidad, nuestras ideas, el tipo de círculos sociales en los que nos movemos, etc. Un estudio de la Universidad de Texas en Austin respalda esta afirmación, correlacionando el gusto musical con características como la orientación política o la capacidad verbal, entre otros.
Además, los buenos músicos también son buenos imitadores: son capaces de aprender por imitación de otros músicos, y también consiguen mezclar influencias para obtener composiciones que nos recuerdan a lo ya escuchado pero con otros matices. Es decir, son copiadores creativos. Evolutivamente, la capacidad de imitación es muy valiosa, porque es la forma principal del ser humano para aprender nuevas destrezas. Susan Blackmore, en La máquina de los memes, lo resume así:
La coevolución meme-gen supone que los humanos preferirán aparearse con aquellos que mejor transmitan sus mentes. (…) Los poemas y las canciones de amor constituyen la evidencia histórica de lo antedicho como también lo evidencia, por ejemplo, la conducta sexual de los políticos, de los escritores y de las estrellas de la televisión (Miller, 1993). (…) Veamos algunos ejemplos. En las primeras sociedades cazadoras-recolectoras, el hombre especialmente hábil para imitar habría sido capaz de copiar las habilidades cinegéticas más punteras o las últimas novedades en tecnología para fabricar instrumentos de piedra y, por ende, habría adquirido una ventaja biológica. (…) Ello sugiere que la pareja más deseable sería aquella cuyo estilo de vida le permitiese transmitir un mayor número de memes, como por ejemplo, un escritor, un artista, un periodista, un presentador, un actor de cine y un músico. Sin lugar a dudas, algunas de estas profesiones representan una buena oportunidad para tener adeptos admiradores y para mantener relaciones sexuales con quien deseen. Jimi Hendrix, al parecer, tuvo muchos hijos en cuatro países distintos antes de morir a la edad de veintisiete años. Se dice que H.G. Wells, aunque feo y con una voz horrible, era especialista en el arte de seducir varias damas cada noche. Charlie Chaplin era bajito y no precisamente agraciado y, no obstante, su historial como seductor es notorio como lo fue, al parecer, el de Balzac, Rubens, Picasso y Leonardo da Vinci.
Vía | The Atlantic
Fotos | Franz Hanfstaengl | PRESSENS BILD (Mikael J. Nordström)
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