Muchos de nosotros tenemos que madrugar para ver el último capítulo de Juego de Tronos a fin de evitar que los spoilers que prenden como la pólvora en las redes sociales nos arruinen la experiencia. Un joven decidió que era buena idea gritar spoilers de 'Vengadores: Endgame' en la entrada de un cine, y recibió una paliza por ello.
Pero ¿hasta qué punto estamos exagerando con los spoilers? Una ficción que pierde su gracia si sabemos cómo concluye, ¿es realmente una ficción que valga la pena? ¿Acaso el placer que vamos a sentir sabiendo lo que pasará, al estilo Brand, reducirá ostensiblemente nuestra experiencia?
Efecto spoiler
Según el investigador Adam Sternberg, los spoilers no son para tanto. Para demostrarlo, llevó a cabo un estudio titulado, precisamente, "Los spoilers de historias no estropean las historias". En él, un grupo de científicos solicitó a 800 estudiantes de la Universidad de California en San Diego que leyerean historias de John Updike, Roald Dahl, Agatha Christie y Raymond Carver.
Cada estudiante tenía tres historias, algunas con párrafos que incurrían en spoiler, es decir, revelaban el giro de la trama, y otras que careceían de estos spoiler. Después de ello, se calificaron las historias en una escala de diez puntos.
Irónicamente, contra todo pronóstico, los investigadores advirtieron que los lectores preferían las historias con spoilers por encima de las historias que carecían de ellos, haciendo ciertas aquellas palabras del crítico literario del New Yorker, James Wood: "Una novela que puede ser verdaderamente arruinada por el resumen de su argumento es una novela que ya estaba arruinada por la trama misma".
Tal vez estas conclusiones no son extrapolables a toda clase de historias, porque series como Perdidos, por ejemplo, basaban gran parte de su argumento a los giros de tuerca imposibles. Pero entonces hemos de preguntarnos, en tal caso, si estamos más consumiento una buena historia o una serie de sorpresas situadas una detrás de otra.
Abunda en ello Derek Thompson en su libro Creadores de Hits, que está de acuerdo en que, tanto científicos sociales y críticos de arte, por raro que parezca, tienen razón en el mismo punto:
Toda gran historia es algo más que su trama. Es un universo autocontenido o, como escribió Tolstói, un vehículo para transmitir toda clase de emociones, desde la desesperación hasta el éxtasis. Pero si estos vehículos están impulsados por el drama de no saber lo que ocurre después, ¿por qué algunas personas preferirían una historia cuando pueden adivinar el final? (...) Porque es la tensión entre "esto me hace pensar que moriré" y "sé exactamente dónde me bajaré a salvo".
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