El "efecto de falso consenso" consiste en la tendencia que hace que las creencias, valores y hábitos de la gente sesguen su percepción de la extensión con que los demás los comparten. En otras palabras: a quienes les gusta trasnochar, la música alta y los coches caros también tienden a proyectar estos gustos sobre otros.
Por esa razón, los nacionalistas de cualquier país consideran que hay más gente nacionalista como ellos; justo lo contrario de lo que creen que no nacionalistas.
La demostración de este fenómeno ha quedado pardigmáticamente demostrada en un experimento en que se preguntaron a estudiantes universitarios si estarían dispuestos a hacer de hombre-anuncio por el campus, portando un letrero con la palabra "Arrepentíos". Algunos aceptaron y otros se negaron.
Quienes estaban dispuestos a aceptar el letrero pensaban que el 60% también lo estaría; quienes lo rechazaban estimaban que solo el 27% estaría dispuesto a llevarlo.
El psicólogo Thomas Gilovich abunda en este efecto en su libro Convencidos, pero equivocados:
Es importante subrayar desde el principio la naturaleza relativa del efecto de falso consenso. La gente no siempre cree que sus creencias son compartidas por la mayoría. El efecto se refiere, más bien, a una tendencia de la gente a calcular que la extensión de una creencia dada está correlacionada positivamente con sus propias creencias. Los fundamentalistas religiosos no creen necesariamente que la mayoría de la gente comparta una orientación similar, pero sus cálculos del porcentaje de fundamentalistas religiosos en la población general seguramente exceden el mismo cálculo hecho por compañeros menos exacerbados.
Imagen | enki22
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