No hace mucho os hablaba de cómo usar tenedores grandes, platos pequeños y vasos altos y delgados para comer menos. Porque la forma de presentación de la comida puede influir significativamente en el gusto y hasta el cantidad que ingerimos de la misma. También el color influye, porque los colores son poderosos agentes psicológicos: a la mayoría de nosotros, una caja negra nos pesa más que una caja blanca, aunque ambas pesen exactamente lo mismo.
Algo similar sucede con los postres. Si se sirve en un plato blanco, un postre parece más dulce;; al menos es lo que sugiere un estudio llevado a cabo por la Universitat Politècnica de València (UPV) y la Universidad de Oxford, también con la Fundación Alicia (Barcelona).
El experimento consistió en dar a probar un mismo postre, una mousse, en diferentes platos. La cuestión es que los comensales no sabían que estaban comiendo justo el mismo postre, de modo que calificaron de distinta manera los diferentes postres a propósito de factores como dulzura, intensidad de sabor, calidad y agrado.
Explica Betina Piqueras, investigadora de la UPV:
Los resultados demostraron que la mousse servida en platos blancos fue percibida significativamente más dulce, más intensa de sabor, y gustó más (...) el blanco del fondo puede que afecte a la percepción del color de la mousse, haciéndola parecer de un rosa más intenso, de ahí que la gente la perciba como más intensa en sabor, y consecuentemente, gustara más, en comparación al fondo oscuro
Vía | MedicinaTV
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