Cuando me fijo en quienes se ponen delante de una máquinas tragaperras, me imagino que a aquel tipo nunca le atrajeron juegos de alcurnia como la ruleta o los juegos vilhanescos: su perdición fueron las máquinas tragaperras, uno de las ludopatías más mundanas y plebeyas. Introducía una moneda, tiraba de la palanca y, en pocos segundos, despejaba la incertidumbre de su futuro financiero inmediato. Volvía a tirar y ganaba, luego perdía cuatro partidas, ganaba otras dos. Sólo con escuchar el tintineo de las monedas desparramadas ya debía un estremecimiento. Normalmente perdería muchas más veces de las que ganaba, pero al ganar sentía tal deleite que conseguía minimizar cualquier infortunio, aunque éste acompañase por necesidad a aquél.
Todos los que hemos estado en un casino o en bar (sobre todo de subgénero ‘Manolo’) hemos oído de fondo esa cantinela electrónica de feria, pitidos festivos por doquier que indicaban las evoluciones de un jugador con la máquina tragaperras. Y ya no digamos cuando gana algún premio: entonces a los sonidos se le unen las luces parpadeantes. Todo muy discoteca de los ´80.
De hecho, aunque la cantinela parece muy monótona, un estudio reciente de la Universidad de Waterloo, en Canadá, demuestra que estas máquina tragaperras son capaces de emitir una media de 400 sonidos diferentes para seducir al jugador. Este despliegue acústico es más acentuado cuando el jugador gana una partida, con el objetivo de hacerle creer que está ganando más de lo que en verdad lo hace.
El estudio que analizaba el soniquete de las máquinas tragaperras fue llevado a cabo por Mike Dixon con 96 voluntarios. Después de jugar, Dixon y sus colegas preguntaban a los voluntarios qué máquinas de todas las probadas habían sido su predilectas. Las tragaperras más ruidosas fueron siempre las mejor valoradas, con independencia del número de premios que entregara.
Una manifestación musical de júbilo que recuerda al de las ferias o las tómbolas, y que en las máquinas tragaperras existen desde el año 1900. Tal y como explica Dixon:
aunque los sonidos pueden contribuir al placer que proporciona el juego, el sonido también conduce a sobrevalorar las ganancias. Ambos efectos de la música combinados pueden causar problemas de ludopatía, engaños sobre las probabilidades reales de ganar y aumentar la “persistencia” que algunos jugadores experimentan ante las máquinas tragaperras.
Hay que tenerlo en cuenta sobre todo en España, un país particularmente afectado por la ludopatía, y no sólo en el ámbito de las máquinas tragaperras, sino en los juegos de azar en general; a pesar de las pésimas probabilidades de obtener premios:
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La Primitiva y la Bono Loto: 1 entre 13.983.816
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El Gordo de la Primitiva: 1 entre 31.625100
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El Euromillones: 1 entre 76.275.360
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La Lotería Nacional: 1 entre 600.000
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La Lotería Nacional (Navidad): 1 entre 85.000
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La Quiniela: 1 entre 4.782.969
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El Cupón de la Once: 1 entre 15.000.000
Vía | Jugar con cabeza Cómo engaña al cerebro la música de las tragaperras
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