Violencia de género: gracias a su disminución también mueren menos hombres

Violencia de género: gracias a su disminución también mueren menos hombres
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No hace muchos años, la policía solía quedarse al margen de las discusiones conyugales. Las leyes sobre el divorcio eran asimétricas. Un hombre podía alegar provocación justificada si mataba a su esposa adúltera o al amante. Durante siglos, pegar a la esposa era algo normal dentro del matrimonio. Los hombres de 1994 aprobaban la violencia doméstica menos que las mujeres de 1968.

Actualmente, sin embargo, la ley exige la detención del cónyuge si hay un caso probable de abuso. Los maltratadores pueden recibir una orden de alejamiento de su domicilio o de su pareja. Estas medidas, junto con un cambio de paradigma cultural respecto a los derechos de la mujer, han evitado muchas muertes de mujeres. Pero también de hombres. Es decir, que los movimientos feministas, en este sentido, no sólo han favorecido a las mujeres, sino también al género masculino.

Tal y como explica el psicólogo Steven Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro:

En los años transcurridos desde el auge del movimiento de las mujeres, la posibilidad de que un hombre muera asesinado por su esposa, ex esposa o ex novia se ha reducido a la sexta parte. Como no hubo campaña para poner fin a la violencia contra los hombres en ese período, y como en general las mujeres constituyen el sexo menos homicida, la explicación más probable es que una mujer era propensa a matar a un marido o a un novio maltratador cuando éste la amenazaba si ella quería abandonarle. La llegada de los centros de acogida y las órdenes de alejamiento proporcionaron a las mujeres un plan de huida un poco menos “extremo”.

Si bien Estados Unidos y otros países occidentales son tildados con frecuencia de patriarcados misóginos, lo cierto es que el resto del mundo está mucho peor. Un estudio realizado por el psicólogo John Archer analizaba proporciones de sexos en estudios sobre violencia doméstica en 16 países, señalando que los no occidentales (la India, Jordania, Japón, Corea, Nigeria y Papúa Nueva Guinea), los hombres pegaban mucho más. Los índices de la OMS sobre violencia doméstica en 48 países también señalan que las cosas están peor fuera de Europa occidental y del ámbito anglosajón.

Las actitudes hacia la violencia conyugal también revelan diferencias llamativas. Aproximadamente el 1% de los neozelandeses y el 4% de los singapurenses dicen que un esposo tiene derecho a pegar a su mujer si ésta le contesta mal o le desobedece. Pero las cifras son del 78% para los egipcios rurales, de hasta un 50% en el caso de los indios de Uttar Pradesh, y de un 57% para los palestinos.

Con todo, parece que la violencia de género no sólo remite bajo condiciones de democracia, prosperidad, libertad económica, educación, tecnología y gobierno decente, pues en países como Corea y Japón hay altos índices de violencia de género a pesar de ser democracias prósperas, y en varios países latinoamericanos mucho menos desarrollados se percibe, respecto a esa clase de violencia, una proporción de sexos más equitativa e índices absolutos inferiores.

Archer advirtió que los países donde realmente es menos probable que se encuentren en el extremo receptor del abuso conyugal es donde las mujeres están mejor representadas en el gobierno y en el mundo profesional, y donde obtienen una porción mayor de los ingresos.

Otra correlación que se advierte es que hay más violencia domésticas en los países que albergan culturas colectivistas (personas que sienten que forman parte de una comunidad cuyos intereses gozan de prioridad sobre los intereses personales) que en las culturas individualistas (las personas sienten que tienen el derecho de luchar por sus objetivos). Y los países asiáticos son marcadamente colectivistas, como ya abordamos en al analizar el alto índice de accidentes aéreos en países asiáticos en ¿Cuáles son las posibilidades de estrellarse con un avión? (I) y (II).

En cualquier caso, Steven Pinker se muestra esperanzado:

Entre los grupos de base casi seguro que, en los próximos años, las actitudes a escala mundial garantizarán a las mujeres una mayor representación política y económica. En un estudio de 2010 del Proyecto sobre Actitudes Globales del Centro Pew de Investigación en veintidós países se observó que, en casi todos (incluidos Estados Unidos, China, la India, Japón, Corea del Sur, Turquía, el Líbano, así como varios de Europa y Latinoamérica), al menos el 90 % de los encuestados de ambos sexos opinaban que las mujeres debían disfrutar de los mismos derechos que los hombres. Incluso en Egipto, Jordania, Indonesia, Pakistán y Kenia, más del 60 % son partidarios de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; sólo en Nigeria baja el porcentaje a algo menos de la mitad.
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