El otro día me despachaba a gusto a propósito del escaso rigor científico que muestran la mayoría de novelas, poniendo algunos ejemplos sobre cómo ha sido tratado el oxígeno, sin embargo, no es menos cierto que muchos novelistas también han sido científicos, y no sólo en el ámbito de la ciencia ficción hard.
Por ejemplo, sólo en el ámbito de la medicina podemos encontrar a los siguientes autores, entre muchos otros: Arthur Conan Doyle, Anton Chéjov, John Keats, François Rabelais u Oliver Goldsmith. Y en matemáticas, también hay una autor mundialmente famoso, Lewis Carroll, el responsable de Alicia en el país de las maravillas, que fue uno de los principales matemáticos ingleses de su tiempo.
Y es que muchos científicos no han cultivado una única afición relacionada con la ciencia, sino que incluso han estado empleados en otros trabajos que nada tenían que ver con su vocación. He aquí una pequeña lista de ejemplos:
Pierre de Fermat: además de matemático, fue abogado penalista.
Isaac Newton: fue miembro del Parlamento, director de la Real Casa de la Moneda y teólogo especulativo.
Georg Büchner: realizó estudios del barbo común, un pez de la familia de la carpa, pero también fue autor de Woyzeck y La muerte de Danton.
Vladimir Nabokov: además de ser autor de Lolita, su obra más polémica, era un lepidopterólogo especializado en las mariposas azules americanas.
John Cage: era experto en hongos del género Amanita, y también compositor experimental.
Podéis encontrar más ejemplos de científicos pluriempleados en el mundo eclesiástico. Y es que, el lugares como Gran Bretaña, la profesión de párroco o rector rural también proporcionó avances en la ciencia y la técnica, pues recaían buenos sueldos a cambio de relativamente poco trabajo, así que también disponían de mucho tiempo libre.
En 1851, por ejemplo, en Gran Bretaña había 17.621 pastores anglicanos, y para ser pastor era también un requisito indispensable el poseer un título universitario. De modo que se fue creando una clase cultivada y rica, con ejemplos como:
El rector de la parroquia rural de Leicestershire, Edmund Cartwright, inventor del telar mecánico.
El reverendo de Oxford William Buckland, que describió científicamente por primera vez a los dinosaurios y también fue una autoridad mundial en coprolitos (heces fosilizadas).
El reverendo de Durham William Greenwell, que fue el padre fundador de la arqueología moderna.
O el párroco de Kent Thomas Bayes, que desarrolló el célebre Teorema de Bayes, que se emplea actualmente para determinar probabilidades estadísticamente fiables partiendo de información parcial. Podéis leer más sobre ello en Midiendo tus creencias: el teorema de Bayes.
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