¿Qué es Hacemos dos preguntas a los más influyentes bloggers de ciencia?
Nombre: Alejandro Polanco.
Blog: Tecnología obsoleta.
¿Qué libro cambió tu forma de pensar y en qué sentido lo hizo?
Tengo una manía especial por ese tipo de preguntas porque, ¿acaso podrá haber un libro especial que sea único? No, más bien son varios libros, me resisto a colocar alguno por encima de otro. Son decenas los libros que marcan una vida y, en mi caso, si tuviera que hacer una pequeña disección de esas influencias, miraría hacia los libros que más me gustaron cuando tenía alrededor de quince años.
Entre todos ellos recuerdo con especial afecto uno que, a buen seguro, también ha marcado a miles de personas alrededor del mundo: Cosmos, de Carl Sagan. Conocí antes la serie de televisión que el libro, pero personalmente me quedo con el segundo, y eso que la serie es magnífica. No conozco ningún otro libro que sea tan ambicioso y, a la vez, logre sus objetivos plenamente. Es un compendio de todo, desde un punto de vista crítico muy saludable. Puede que sea el tono en el que está escrito, o la magnífica combinación entre contenido y fluidez, sin olvidar las maravillosas ilustraciones que contiene, el caso es que ese libro está “diseñado” para cambiar la mente del lector. En mi caso lo hizo, amplió mis horizontes como nunca antes había pensado y me hizo conocer esta minúscula porción del espacio que habitamos, que no es poco.
Otro libro me causó el mismo efecto, aunque en esta ocasión mirando hacia el micromundo, gracias al que comencé a interesarme por los átomos y lo que no puede verse. Su título es bastante extraño: Explorando el mundo de la antimateria. Es una rara muestra de divulgación científica que mezcla un relato de ciencia ficción con todo tipo de datos científicos sobre física de partículas y, sobre todo, acerca del descubrimiento de la antimateria. Pero va mucho más allá, porque une la astronomía a la astronáutica, propone ideas para explorar el cosmos que nunca antes había visto en otro libro y, además, tiene un tono tan optimista que me abrió la mente como muy pocos anteriormente. De acuerdo, esta obra de Robert L. Forward y Joel Davis, a pesar de estar pensada como divulgación ligera, puede resultar un tostón para mucho porque, ¡sacrilegio!, incluye cálculos y fórmulas matemáticas de los que suelen huir este tipo de libros. Pero, precisamente, he ahí donde está su mejor virtud, porque la prosa es tan dinámica y sencilla que permite, incluso sin mucha base de conocimientos, disfrutar de todo lo que el libro desea transmitir.
Y, para no aburrir, voy a elegir un tercer libro que es diferente a los anteriores. En realidad es una serie de libros: Venus Prime. Son seis volúmenes de ciencia ficción que firmó con letras grandes Arthur C. Clarke y, como coautor y con letras más pequeñas, Paul Preuss. En realidad, prácticamente todo el trabajo es de Preuss, porque aunque las ideas básicas de las seis novelas parten de viejos relatos de Clarke, todo el desarrollo y el trabajo duro fue de Paul. Con la perspectiva del tiempo, después de haber leído mucha más ciencia ficción, he de reconocer que son libros del montón, sin grandes alardes en lo narrativo ni sorpresas espectaculares en sus tramas y, sin embargo, me hicieron pensar en muchas cuestiones interesantes, desde aspectos técnicos sobre el vuelo espacial a las posibles implicaciones de un primer contacto con una civilización extraterrestre. Todo ello fue posible porque lo que me encantaba de esos libros, y me sigue gustando, no es tanto la trama de las novelas en sí, sino los detalles técnicos, la parte de ciencia ficción hard que contienen. Es más, cada novela se cierra con un pequeño cuadernillo en el que, esta vez sí, el propio Clarke va diseccionando toda clase de tecnologías futuristas de forma realmente excepcional. En conjunto, no es una obra maestra de la ciencia ficción, ni de lejos, pero como literatura de ideas y como compendio de ideas sobre futuristas es magnífico.
¿Cuál es la receta para cambiar el mundo?
Esta segunda pregunta tiene miga, es más, tiene tanta miga que puede que se nos atragante. Sinceramente, no veo receta posible para cambiar el mundo, no al menos de forma controlada. Cada vez que alguien afirma que va a cambiar el mundo, o que se dispone a “arreglar las cosas”, suele ser el preludio de un desastre. Cuando quien pronuncia este tipo de frases es alguien con cierto poder, lo mejor es comenzar a temblar. Por suerte suelen ser palabras vacías, porque cuando se han puesto en marcha intentos a gran escala para cambiar el mundo los resultados no han sido sino totalitarismos de todo tipo. Así que, muy sencillo, no hay receta, el mundo cambia por sí solo, los millones de tramas de los que está compuesta la historia surcan el tiempo de forma caótica e incontrolable. Con que cada cual haga lo que pueda para mejorar su propio entorno bastará, porque de lo contrario, acudiendo a grandes ideas transformadoras, no se suele arreglar nada, sino que se empeora.
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