Posee 1.601 horas de experiencia espacial, incluyendo 19 horas y media en caminatas espaciales. Además se dedica a la investigación del Mal de Chagas. En el Museo de los Niños en San José, existe una sala dedicada a su labor, que incluye una reproducción de su imagen en un robot. Y, como colofón, Franklin Chang-Díaz, tiene el honor de ser el primer astronauta latinoamericano de la NASA.
Nacido en Costa Rica, la Suiza latinoamericana, en 1950, Chang soñaba con convertirse en astronauta (aunque, con ese apellido de ascendencia china también podría haber optado a protagonizar películas de Bruce Lee). Sin embargo, las estrellas llamaron más la atención del Chang-Díaz cuando era niño: fue uno de tantos niños que se dejaba transportar por las novelas de ciencia ficción, hasta que un día él mismo se convirtió en el protagonista de una de sus novelas.
Como el propio Chang-Díaz señala sobre su sueño de ver las estrellas un poco más cerca:
básicamente se inició por allá del año 1957, cuando se lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik 1, por la Unión Soviética en ese tiempo, eso realmente fue lo que inició la carrera espacial, todos los jóvenes, los chiquillos de esos tiempos, en los que yo tenía 7 años, en general todos queríamos meternos en este juego de la exploración del espacio.
Porque ya de niño había construido él mismo su cohete espacial, una nave hecha de cajas de cartón, con sillas por dentro y su propia radio. En 1980, su sueño se hizo realidad y fue uno de los 19 elegidos entre 4.000 candidatos para ingresar en la NASA.
Hombre estelar
Chang ostenta el honor de haber sido el primer astronauta latinoamericano de la NASA, el tercer no norteamericano del hemisferio occidental en viajar al espacio, y uno de los hombres con más misiones y horas espaciales a sus espaldas de la historia: concretamente 1.800 horas de vuelo, incluyendo 1.500 horas en aeronaves de propulsión a chorro.
El primer viaje espacial de Chang fue en 1986, 6 años después de que fuese seleccionado candidato a astronauta por la NASA. Su misión fue la STS-61-C del transbordador Columbia, duró 6 días y consistió en participar en el despliegue del satélite SATCOM KU y realizar diversos experimentos de laboratorio.
A partir del año 2005, el doctor Chang-Díaz fundó la Ad Astra Rocket Company-Costa Rica, que es un laboratorio construido aproximadamente a 10 kilómetros de la ciudad de Liberia. Allí se está construyendo un motor-cohete con propulsión VASIMIR (Cohete de Magnetoplasma de Impulso Específico Variable), un nuevo motor espacial de su invención.
Hasta ahora, la propulsión de los cohetes ha sido siempre de origen químico (también los que lanzamos en las verbenas), pero este tipo de cohetes son muy lentos en realidad. La nueva propulsión de Chang se basa en el plasma, que es el cuarto estado de la materia, la misma de la que están hechos el Sol y las estrellas, y que permitirá desplazarse a los astronautas a una velocidad 10 veces superior a la actual. El plasma se obtiene al llevar un gas a temperaturas superiores a los 50.000 grados Celsius.
La intención de Chang es obtener una propulsión eficaz para futuras misiones humanas a Marte que, dentro de unos años, permita hacer un viaje que dure como máximo 1 mes.
No sólo ciencia
Chang también ha trabajado en campos fuera de la ciencia y la ingeniería. Durante 2 años y medio fue gerente casero en una residencia de comunidad experimental para institucionalizar pacientes mentales crónicos, y estuvo involucrado como instructor y consejero en un programa de rehabilitación para drogadictos hispanos en Massachussets. También ha liderado la Estrategia Siglo XXI, un plan maestro diseñado para transformar a Costa Rica en un país desarrollado antes del 2050.
Vía | Innovadores Americanos
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