Con su aire bonachón de Papa Noel, Randall James Hamilton Zwinge en realidad es la pesadilla de los magufos y los practicantes de la pseudociencia. Y es que, por su culpa, se ofrece un dotación de un millón de dólares para aquél que demuestre tener habilidades sobrenaturales. Sí, es mucho dinero… pero implica tener que “demostrar”, algo que no están acostumbrados a hacer los que dicen tener habilidades sobrenaturales.
Nacido en Toronto en 1928, adoptó el nombre artístico de The Amazing Randi (James, el asombroso Randi) para dedicarse a la magia y el escapismo profesional, aunque siempre con cierto resquemor hacia los magos que en realidad vendían sus “trucos” como fenómenos reales. La razón de este resquemor le nació con apenas 15 años, tal y como cuenta Richard Wiseman en su libro ¿Esto es paranormal?:
Como muchos magos, Zwinge era un poco escéptico sobre los temas paranormales. Cuando tenía quince años visitó una iglesia espiritualista de su localidad y lo que allí presenció lo indignó tremendamente. Se animaba a los feligreses a traer consigo sobres cerrados que contenían preguntas dirigidas a seres queridos que habían fallecido. Los pastores leían a escondidas los mensajes y se inventaban respuestas falsas supuestamente procedentes de los “muertos”. Zwinge intentó explicar el engaño pero ofendió a los pastores y tuvo que perder parte de su tiempo en la comisaría local.
Así pues, James Randi no solo empezó a hacerse famoso por batir el récord de Houdini permaneciendo 104 minutos dentro de un ataúd de metal sellado (Houdini estuvo 10 minutos menos), por acumular 22 apariciones en el programa de Johnny Carson The Tonight Show, uno de los más longevos de la NBC, o por simular decapitar en el escenario durante toda una gira a la leyenda del rock Alice Cooper, sino que su celebridad se cimentó gracias a su cruzada contra los embustes de lo paranormal. Creando en 1996 la Fundación Educativa James Randi.
En ella ofrece un millón de dólares a los supuestos videntes y adivinos o a quienes afirmen tener poderes sobrenaturales. Siempre que lo demuestren.
A finales de los años sesenta, Randi salió en un programa radiofónico de entrevistas, donde explicó por qué consideraba que quienes afirmaban tener poderes paranormales estaban engañándose a sí mismos o bien engañando a otras personas. Uno de los miembros que participaban en el debate, un parapsicólogo, le sugirió que fuera consecuente con sus palabras y ofreciera un premio en metálico a quien pudiera demostrar que poseía facultades paranormales auténticas. Randi planteó el desafío y ofreció 1.000 dólares a quien lo cumpliera; con los años, la oferta de Randi aumentó a 100.000 dólares. A finales de los años noventa, un acaudalado miembro de su fundación incrementó el valor del premio a un millón de dólares a quienquiera que pueda demostrar que posee facultades paranormales ante un jurado independiente (hasta ahora, nadie lo ha hecho). Pero durante más de una década, esta oportunidad de convertirse de forma instantánea en millonario ha atraído a un flujo constante de aspirantes, como adivinos que aseguraban conocer el orden de las cartas de una baraja después de que las barajara otra persona, zahoríes que afirmaban que, con perchas metálicas dobladas y palos ahorquillados, podían detectar el agua subterránea, e incluso una mujer que intentó utilizar el poder de su mente para hacer orinar a desconocidos.
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