En mayor o menor medida, todos nosotros empleamos alguna clase de estimulante. En mi caso, por ejemplo, escribo estas líneas bajo los efectos de una taza de café bien cargada. Pero nos sorprendería descubrir desde cuándo los seres humanos emplean éste y otros estimulantes en su vida diaria.
Antes de 2737 a. C. se dice que el emperador chino Shen Nung ya había descubierto las propiedades estimulantes del té. En una nota en su diario médico, fechada en el año mencionado, Shen escribe que el té no sólo “sacia la sed” sino que también “reduce el deseo de dormir.”
Hoy en día la cafeína se usa de forma espectacular. No sólo se encuentra de manera natural en el café, el té y el chocolate sino que se agrega a muchos medicamentos vendidos sin receta. ¿Por qué se añade cafeína a tantos medicamentos?
En los descongestionantes, contrarresta los efectos soporíferos de los compuestos activos de estos fármacos. En los analgésicos, la cafeína aumenta (mediante un mecanismo todavía desconocido) la acción de estos calmantes del dolor. Y en los regímenes dietéticos, un estimulante es el ingrediente activo que disminuye el apetito.
Como cualquier droga, la cafeína puede matar en dosis altas. La dosis letal para el ser humano, por ejemplo, es de 10 gramos. Es decir: si tomáis 100 tazas de café en menos de 4 horas es muy probable que no lo contéis.
Vía | Las cosas nuestras de cada día de Charles Panati
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