Los fuegos artificiales se originaron en China hace 2000 años. La leyenda más popular es que los fuegos artificiales se inventaron por accidente cuando un cocinero chino que trabajaba al aire libre mezcló carbón, ácido sulfúrico y nitro (todos productos conocidos en la cocina de esa época). La mezcla se quemó y cuando fue comprimida en un tubo de bambú, explotó.
Desde entonces, cohetes, barrenos, tracas, fuegos artificiales, pim, pam, pum, todo ello está asociado siempre a lo festivo, sin embargo, un estudio liderado por investigadores de Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) que publicó la revista científica Journal of Hazardous Materials, nos advierte que no es todo tan bonito como parece.
Ahora que en España está a punto de entrar en vigor la ley que prohibirá fumar en lugares públicos para evitar que el mefítico humo de los cigarros perjudique la salud de la gente, vale la pena considerar hasta qué punto el humo de esos fantasiosos fuegos artificiales que cualquier festivo en el calendario nos anima a desplegar incide en nuestra salud.
El culpable son las partículas metálicas del humo que emiten los fuegos artificiales, tal y como señala Teresa Moreno, investigadora del IDAEA (CSIC) y autora principal de un estudio que hoy publica el Journal of Hazardous Materials:
La investigación toxicológica ha demostrado que muchas de las partículas metalíferas que lleva el humo de los fuegos artificiales son bio-reactivas y pueden afectar la salud humana (...) y probablemente los efectos son más agudos en personas con antecedentes de asma o problemas cardiovasculares (...) En individuos sanos todavía se desconocen las consecuencias, pero el sentido común nos dice que nunca es bueno inhalar las altas dosis de partículas metalíferas de este humo, aunque solo suceda en ocasiones puntuales a lo largo del año.
El estudio se centró en las Fiestas de San Juan (noche del 23 al 24 de junio de 2008) en la ciudad de Girona. Cuando se produce el espectáculo pirotécnico se origina mucho humo y se liberan diminutas partículas metalíferas (de un tamaño de varias micras o menos), lo bastante pequeñas como para ser inhaladas profundamente en el pulmón. Se analizaron más de 30 elementos y compuestos químicos durante mayo y junio, para confirmar que en la noche de San Juan se disparan los niveles de plomo, cobre, estroncio, potasio y magnesio tras los fuegos.
Se ha comprobado que los resultados son parecidos en otras localidades. De este modo, durante la Mascletà (18 de marzo) de Las Fallas de Valencia también se elevan los niveles de esos elementos, además de otros como el aluminio, el titanio, el bario o el antimonio, y las concentraciones de oxido nítrico (NO) y dióxido de azufre (SO2). Otras investigaciones han confirmado que el humo de los fuegos artificiales incrementa la presencia de partículas metalíferas en los cielos de L’Alcora y Borriana (Castellón), Barcelona, e incluso Londres (Reino Unido) durante la festividad de Guy Fawkes (la noche de las hogueras).
Debería haber controles estrictos en la importación de los fuegos artificiales para evitar aquellos con la composición química potencialmente más peligrosa.
Hasta que esta regulación llegue, los experto recomiendan colocarse en un lugar no afectado por la llegada de las emisiones y prestar atención a la dirección del viento.
Vía | Noticias médicas
Ver 13 comentarios