Tras la búsqueda del temido garrafón

Tras la búsqueda del temido garrafón
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Aunque muchos penséis lo contrario, son pocos los bares de copas en los que sirven garrafón o al menos eso dicen los datos del Laboratorio de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid.

Sea como fuere, gracias a la ciencia podemos descubrir si el contenido de una botella es lo que indica su etiqueta.

Una noche cualquiera entra el inspector a un local nocturno, obviamente sin avisar. Después de identificarse, pide la botella empezada (por ejemplo de ron) que está en la vitrina detrás de la barra, dividiendo su contenido en tres partes iguales.

La primera parte se la entrega al dueño del establecimiento, las otras dos (junto con la botella y lo que haya sobrado) van al laboratorio, todo en bolsas individuales precintadas. Los presentes firman y se levanta un acta de la intervención.

Así es como empiezan las investigaciones que el organismo municipal de Madrid realiza frecuentemente para detectar posibles fraudes en las bebidas alcohólicas.

Los inspectores, además de tomar las muestras, revisan los albaranes, las facturas, los almacenes y otras dependencias del local, e incluso la basura. La ausencia de determinadas marcas en los contenedores de vidrio podría indicar que algunas botellas se están reutilizando o rellenando.

En cualquier caso solo se detecta fraude en el 1% o menos de los análisis que se realizan, según confirma Alberto Herranz, el director del Laboratorio de Salud Pública de Madrid.

En los últimos tres años se han examinado anualmente unas 140 muestras y prácticamente todas se correspondían con la bebida original que marcaba la etiqueta.

El por qué se toman tres fracciones durante la inspección es por los siguientes motivos: una para el análisis por parte del equipo que hace la inspección, en este caso el Laboratorio de Madrid Salud, otra que se deja en posesión del propietario del local, por si quieren hacer un contra-análisis en caso que no estuvieran de acuerdo con los resultados de la inspección.

La última solo es necesaria en casos especiales, lleva a cabo análisis de forma independiente por parte del Laboratorio Arbitral Agroalimentario, dependiente del Ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

Cuando llega el material al laboratorio lo primero que se comprueba es que la botella requisada sea igual que la original: dimensiones, vidrio, tapón, dosificador, precinto de hacienda legal, etiquetas correctas, bandas características si las tiene, y se pone especial atención en el número de lote, a veces éste viene rayado.

Después se realizan los análisis físico-químicos, que consisten en la determinación de tres parámetros: grado de alcohol, color y componentes volátiles.

Con respecto al grado de alcohol se utiliza un destilador automático y un densímetro digital. Cuando aparecen muestras con un grado de alcohol superior o inferior al que indica la etiqueta suele ser porque se ha añadido etanol o agua, respectivamente, a la bebida.

Una valoración del color se aplica sobre todo a las bebidas oscuras como pueden ser el whisky, brandys o el ron, ya que las distintas marcas presentan tonalidades características.

Para esta prueba se coloca la muestra en una pequeña cubeta de cuarzo y se somete a la luz que emite un espectrofotómetro con una longitud de onda de 420 nanómetros.

Para sacar conclusiones es necesario comparar los resultados con el patrón de referencia, si la absorbancia es superior al patrón, se ha añadido colorante o caramelo, y si fuera inferior, agua.

La tercera prueba consiste en la determinación de los componentes volátiles (aldehídos, ésteres, metanol y alcoholes superiores) por cromatografía de gases.

Los datos aparecen en forma de gráfica con picos, en el que cada uno se corresponde con un compuesto. Al comparar con el patrón, si, por ejemplo, sale un alcohol que no debería estar, es que se ha producido una adulteración en la bebida.

Como habéis podido comprobar es muy importante, a la vez que útil, trabajar con los patrones de referencia para realizar las comprobaciones. Los proporciona el propio fabricante o los consiguen a través de la Federación Española de Bebidas Espirituosas.

Aunque pensemos que nos están colando garrafón, existen otros factores desde la tolerancia de cada persona al alcohol hasta la higiene del local (vasos sucios o con restos de jabón).

Aun así, para los desconfiados, la posibilidad de la denuncia siempre va a estar ahí y seguro que los señores inspectores están deseando cumplir con su trabajo.

Vía | SINC

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