¿Hasta qué punto pueden llegar alto algunos animales o insectos? Pues depende mucho de las características físicas y de las técnicas que utilicen para poder sobrevivir en esos entornos; o sea, de su biología. Por ejemplo, los tardígrados poseen características únicas en el reino animal capaces de sobrevivir en el vacío y a la radiación ionizante.
Pero sin ir tan lejos, también hay insectos y otros artrópodos como los ácaros y las arañas pueden llegar más alto que cualquier otro miembro del reino animal, dejándose llevar por las corrientes aéreas y entrando en un estado de hibernación para descongelarse cuando las temperaturas son más cálidas.
Sin tener que llegar a uno de estos estados, las abejas pueden volar mucho más alto que al nivel en el que estamos acostumbrados a verlas. Las hay que vuelan por el Himalaya, así que a unos cuantos miles de metros de altura seguro que llegan, aunque no conocemos realmente el límite superior que pueden alcanzar. Más que la altura, el problema para las abejas es el frío: tienen una temperatura de 30ºC y no pueden mantenerse a sí mismas mucho tiempo a las temperaturas de las altitudes extremas.
En lo que se refiere a las aves, la que vuela más alto es el ánsar indio (Anser indicus) que lo hace sobre el Himalaya camino de sus nidos en el Tibet. Se le ha visto realmente ir volando por encima del Everest, a unos 8.850 metros de altura. Tienen, para ello, una serie de adaptaciones. Son capaces de hacer circular dos veces el aire inhalado a través de los pulmones en cada respiración, con lo que tienen un mejor aprovechamiento del oxígeno. Además, tienen un tipo especial de hemoglobina que absorbe el oxígeno muy rápidamente a gran altura, y sus capilares penetran especialmente en lo profundo de sus músculos para transferir oxígeno a las fibras musculares. O sea, más capilares y sangre más eficiente que otras aves.
También tienen más mitocondrias que los gansos de corral, las estructuras internas de las células que producen energía. Y por si fuera poco, también pueden hiperventilar, o sea, respirar rápidamente sin marearse, como nos pasaría a nosotros, ni desmayarse.
El año 2009, en la India, se pusieron transmisores GPS en 25 ánsares indios. Poco después, empezaron su migración anual de primavera a Mongolia. Para llegar allá tenían que sobrevolar el Himalaya. La migración duró cerca de dos meses en la que con un promedio de 8 horas recorrieron unos 8.000 km y llegaron a una altura de unos 6.437 metros. Una subida de este tipo mataría a un ser humano sin hacer la debida aclimatación.
Por si fuera poco, dichas aves no hicieron el ascenso aprovechando corrientes o vientos, sino que lo hicieron a fuerza de batir sus propias alas. Y durante el vuelo no pueden contar con viento de cola.
¿Cómo pudieron llegar a tener adaptaciones como estas? Una hipótesis dice que son un grupo antiguo de aves y cuando ya volaban sobre esas montañas, hace millones de años, no eran tan altas como lo eran ahora
No son las únicas aves que vuelan tan alto. Un piloto afirmó ver cisnes cantores (Cygnus cygnus) a unos 8.230 metros de altura sobrevolando el Atlántico entre Islandia y Europa, y agujas colipintas (Limosa lapponica), que son aves costeras, a 6.100 metros. En julio de 1963 un ánade real colisionó con un avión sobre Elko, Nevada, a unos 6.400 metros de altitud.
El récord, no obstante, se lo llevó el 29 de noviembre de 1973 un gran buitre que fue succionado por un motor a reacción a una altura de 11.500 metros sobre la Costa de Marfil, en África Occidental. El avión tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia.
Foto | Diliff vía
Fuente | Strightdope
Fuente | National Geographic
Fuente | Puselite
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