El cofundador de Microsoft Bill Gates y el magnate de Hong Kong Li Ka-shing son algunos de los inversores millonarios del Impossible Foods, una empresa fundada por el bioquímico de la Universidad de Stanford Patrick O. Brown cuyo propósito es la creación de alimentos de origen vegetal que tengan el mismo sabor que la carne o productos lácteos equivalentes, y así ser más sostenibles con el medio ambiente.
Cabe recordar que la carne, sobre todo, es un gran consumidor de energía, de tierra y de agua. Por ejemplo, producir 500 gramos de carne se requieren 10.000 litros de agua. La producción ganadera supone el 70 % de todas las tierras agrícolas y cubre el 30 % de la superficie de la Tierra. ¿Cómo soportar la demanda de carne que se estima para el año 2050, que será el doble que la actual?
Impossible Foods comparte inversor con Modern Meadow una empresa especializada en el desarrollo en laboratorio de carne animal cultivada. La carne artificial está creada con las mismas células que la carne natural.
Ambas compañías están tratando de llevar la comida a la mesa a través de una tecnología que es mucho más amigable con el medio ambiente y más eficaz en términos de coste real para el mundo.
Fabricar carne tiene consecuencias terribles para el medio ambiente. Así que el target de la comida imposible son los carnívoros orgullosos. Aquellos que aman el sabor de la carne. Sin embargo, esa carne no procederá de animales.
Con esta premisa, se están experimentar variables de una 'hamburguesa 4.0', con cinco verduras como ingredientes básicos y un coste de producción de 20 dólares. El secreto de su sabor y de su aspecto es una molécula denominada hemo, presente en la hemoglobina y responsable del característico sabor de la carne roja. Este componente también se encuentra en las raíces de algunas verduras y legumbres.
El resultado es tan real que no ha pasado inadvertido para los inversores. Entre ellos, Bill Gates y Google Ventures, bussines angels del negocio. Por ello, un equipo de más de 50 personas formado por ingenieros, agricultores, químicos, científicos y chefs están dedicados a fabricar una hamburguesa que, en realidad, no lo es.
Y esto solo es el principio de las alternativas de la carne de origen animal. En 2013, investigadores de la Universidad de Maastricht ya anunciaban la primera hamburguesa obtenida de células madre de vacuno. Este tipo de hamburguesa tendrá un un 96% menos de emisiones de gases de efecto invernadero y supondrá un 99% menos de superficie cultivada.
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