Tal y como sugiere un estudio realizado por científicos de la Universidad Emory, en Estados Unidos, han investigado la relación entre las horas de sueño y el crecimiento de los niños, entre otros factores, demostrando que los "estirones" que se producen de forma repentina están directamente relacionados con un aumento de las horas que duerme el niño, como ocurre en periodos de enfermedad o de fiebre.
En concreto, el 43 % de los bebés experimentaba un pequeño "estirón" en las épocas en las que había una siesta "adicional" o no habitual, y uno de cada cinco crecía también en cada periodo en el que dormía una hora más de lo habitual.
Crecimiento puntuado
Si bien es cierto que la hormona de crecimiento se libera en niveles máximos durante el sueño, también lo hace de manera puntuada, y en menor cantidad en intervalos de 3 a 5 horas a lo largo del día.
Así pues, la percepción popular de que los niños crecen durante la noche es verdad, según comprobó también un grupo de científicos en un estudio hecho con corderos publicado en Journal of Pediatric Orthopedics. Los expertos de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Wisconsin en Madison colocaron una serie de sensores en los huesos de las patas de los corderos para determinar su crecimiento y encontraron que el 90% se producía mientras los animales estaban durmiendo o en reposo.
La debate sobre el estudio del crecimiento óseo propicia que nos preguntemos cuándo podría ocurrir principalmente el crecimiento del cerebro y qué tan discontinuo puede ser. Este estudio profundiza en el crecimiento de habilidades y partes del cuerpo y cómo la forma de medirlo nos ha mostrado una foto fija, una serie de instantáneas, pero no el proceso gradual.
Así pues, no solo los niños crecen de estatura de forma puntuada, sino que también lo hace su cerebro y otras partes de su cuerpo.
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