En el siglo XIX, la llamada filosofía natural cambió de estatus, y también de nombre, adoptando el de "ciencia".
Pero la mayor innovación del siglo XIX en este contexto fue la incoporación del término "científico", porque tuvo una gran oposición como término debido a sus orígenes.
Los primeros científicos
Antes de que William Whewell introdujera el término "científico" en 1833, sí que había científicos, pero no denominaban filósofos naturales o naturalistas. También eran llamados fisiólogos o físicos.
En italiano se llamaban scienzati. En francés, savants. En alemán, Naturforscher. En inglés, virtuosi. Como explica David Wooton en su libro La invención de la ciencia:
Cuando términos como virtuosi empezaron a parecer anticuados, fueron sustituidos por la frase "hombres de ciencia", que en los siglos XVI y XVII se usaba para referirse a todos los que poseían una educación liberal o filosófica ("hombres de una ciencia, no de un oficio"), pero que en el decurso del siglo XVIII empezó a usarse de manera más estricta para referirse a las personas a las que denominamos "científicos".
"Científico" era un híbrido entre latín y griego, a nivel etimológico. Y fueron muchos los que consideraron que el término era un barbarismo, como el geólogo Adam Sedgwick. Incluso en 1894, Thomas Huxley insistía que nadie que respetara el inglés usaría jamás dicha palabra. Básicamente, este rechazo procedía del hecho de la que palabra no procedía del griego, sino del latín y el griego a la vez.
Así pues, antes de que se inventara la palabra "científico", ya existían científicos, pero no fue aceptado el término hasta transcurridos varios años debido a la oposición al término en sí mismo, no al concepto que representaba. Como remata Wooton:
Afirmar, como se hace con frecuencia, que no hubo ciencia hasta que hubo "científicos" es, por lo tanto, simplemente, revelar una ignorancia de la evolución del lenguaje para el conocimiento de la naturaleza, y para los conocedores de la naturaleza, entre los siglox XVII y XIX.
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