A rebufo del reciente estreno de la película Steve Jobs, el alucinante guión de Aaron Sorkin vuelve a incidir en el hecho de que Wozniak era el genio y Jobs el que sabía vender el producto.
Y es que Steve Wozniak no es solo el personaje taciturno a la sombra de Jobs: durante su juventud llegó a hacer cosas verdaderamente memorables. Como el día que se hizo pasar por Henry Kissinger cuando llamó al Vaticano (gratis).
Infancia genial
A los siete años, Wozniak ya había construido una radio de galena usando monedas de centavo que había ido acumulando. A los diez años, un sistema de intercomunicación entre las casas de los amigos de su barrio.
A los once años, un radio Hallicrafters de onda corta, y también aprendió entonces a aplicar la lógica booleana al diseño de circuitos electrónicos, creando así una máquina que nunca perdía al juego del tres en raya.
Sin embargo, al empezar la secundaria, donde Wozniak se mostró más creativo fue en el ámbito de las bromas o hacks, tal y como explica Walter Isaacson en su libro Los innovadores:
Una vez construyó un metrónomo atado a unas pilas que parecía una bomba. Cuando el director de la escuela lo descubrió haciendo tictac en una taquilla, salió corriendo con él al patio para alejarlo de los niños y llamó a la unidad de desactivación de explosivos. Wozniak tuvo que pasar la noche en el calabozo, donde enseñó a los demás reclusos cómo sacar los cables del ventilador del techo y conectarlos a los barrotes de las celdas para que el carcelero se llevase una descarga cuando fuera a abrir la puerta.
Wozniak abrazaba la contracultura y vestía como un hippie, aunque solo de cuello para arriba (barba y pelo largo): de cuello para abajo vestía como un chico normal.
Jobs
Poco después, un amigo le presentó a un chico que vivía a unas pocas manzanas de su casa: Steve Jobs, que era casi cinco años menor que él: todavía iba al instituto, mientras que Wozniak ya estaba en Berkeley. Jobs admitiría que Wozniak era la primera persona que conocía que sabía más de electrónica que él mismo.
En 1971 se embarcaron en la aventura concebir phreaks para el teléfono, un dispositivo que emitía chirridos en los tonos precisos para hacer llamadas a larga distancia sin pagar. Cuando lo lograron, creyeron conveniente hacer una pequeña broma:
Lo probaron haciendo una llamada al Vaticano en la que Wozniak se hizo pasar por Henry Kissinger, que necesitaba hablar con el Papa. Tardaron un tiempo, pero los funcionarios del Vaticano acabaron dándose cuenta de que era una broma antes de despertar al Pontífice.
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