Por lo común, las películas no cuidan demasiado de la verosimilitud científica de sus planteamientos. Se viola la física elemental, se repiten tópicos psicológicos completamente falsos (como que solo usamos el 10 % de nuestro cerebro) y se abordan a los científicos, por lo general, como si fueran mad doctors capaces de cualquier cosa para obtener conocimiento (como cortar a ET en finísimas lonchas).
Es por ello que vale tanto la pena la historia del matemático David Bayer, y en qué películas su participación ha sido crucial para dar solera científica (aunque de una forma tan sutilísima que quizá pasó desapercibida para el 99,9 por ciento de los espectadores). Y es que Bayer ha sido, por ejemplo, el doble de manos de Russell Crowe en Una mente maravillosa a fin de que el matemático John Nash pareciera realmente un matemático.
Eran las manos de Bayer las que garabatean las fórmulas que aparecen en la película, y las que consiguen que éstas sean de verdad (no una tomadura de pelo como el supuesto problema dificilísimo que aparece en la pizarra del MIT de El indomable Will Hunting, que en realidad es un problema elemental de teoría de grafos).
Bayer, profesor de matemáticas en el Barnard College, en la Universidad de Columbia, trabaja habitualmente como asesor científico en películas, y también como actor. Pero es el único que vive de doblar manos: al parecer, en el cine hay muchos profesionales de las cartas que doblan las manos de los actores, tal y como explica Alex Stone en su libro Engañar a Houdini:
Simon Lovell, que hizo de doble de Ed Norton en las dadas de abajo de Rounders; Dave Buck, el maestro de la manipulación extrema de cartas cuyos dotadísimos dedos hacían florituras al servicio de Jeremy Piven en Ases calientes; Christopher Hart, el mago y actor cuya mano derecha hacía de Cosa en las películas de La familia Adams.
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