La osamenta del cuerpo humano está compuesta por 208 piezas. 26 huesos en la columna vertebral, 8 huesos en el cráneo, 14 huesos en la cara, 8 huesos en el oído, 1 hueso en la laringe, 25 huesos en el tórax, 64 huesos en las extremidades superiores y 62 huesos en las extremidades inferiores. El fémur es el más grande (50 centímetros de longitud) y el estribo, el más diminuto (1,8 milímetros). Todo este rompecabezas compone nuestro esqueleto (palabra que deriva de skeletos, desecado, ya que los griegos creían que los huesos humanos eran materia muerta), pero también son los ornamentos que se usaron en Sedlec.
El osario no es un lugar llamativo desde fuera. Siete capillas forman un enorme anillo en torno al presbiterio, y su interior barroco está decorado con obras de arte. Pero hay una rotonda cerca de la iglesia con un cartel que indica la dirección al siniestro osario. La construcción es modesta, sobre un camposanto lleno de barro. La construcción es la iglesia de Todos los Santos. Por una escalera podéis subir a la capilla de Todos los Santos, donde antiguamente se encendían velas para los difuntos en las dos torretas detrás de la propia capilla. No es nada espectacular, la verdad.
Lo interesante está bajo tierra, en la estructura llamada Jesucristo en el Monte de los Olivos. Allí están expuestos los miles de huesos de los cadáveres que fueron víctimas de la Peste y de otros conflictos librados en las proximidades. Esta parte inferior de la capilla, además, sufre ciertos defectos de forma que provocan que se vaya inclinando día a día hacia un lado, como ocurre con la Torre de Pisa.
En la novela El ángel negro, de John Connolly, se describe así la disposición de los huesos:
Una gran araña de luces hecha de cráneos pende del techo del osario. Los cráneos forman la base de los candeleros, cada uno apoyado en un arco pélvico, con un húmero prendido por debajo del maxilar superior. Alí donde deberían colgar delicados cristales, penden huesos verticalmente, uniendo los cráneos al soporte central por medio de un sistema de vértebras. Más huesos, pequeños y grandes, constituyen el propio soporte y adornan las cadenas que sujetan los cráneos al techo. Grandes hileras de cráneos, cada uno con su respectivo hueso bajo el maxilar, decoran los arcos del osario a cada lado de la araña. Cuelgan como bucles, y forman cuatro estrechas pirámides en el centro, que crean un cuadrado bajo la araña, cada cráneo puede utilizarse para sostener una vela en su centro.
Hay también otras maravillas: una custodia hecha de huesos, con un cráneo en medio donde podía colocarse la hostia, seis fémures se extienden radialmente por detrás, con huesos más pequeños y vértebras entretejidos. Los huesos tapan el soporte de madera en torno al cual se ha construido la custodia y su base es una U con un cráneo en cada extremo. Hay coronas y jarrones y cálices, todos de hueso; incluso el escudo de armas de la familia Schwarzenberg es de huesos, rematado por una corona de cráneos y pelvis. Los huesos a los que no se ha podido dar una utilidad práctica están amontonados bajo los arcos de piedra.
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