Alguno de los olores más repugnantes para el ser humano son el sulfuro de hidrógeno (comida en descomposición), ácido butírico (leche podrida) y escatol e indol (excrementos). Es decir, que los olores vinculados a la muerte, las toxinas y la decadencia son los que más suscitan una respuesta física de nuestro cuerpo.
Cuando olemos tales olores, nuestro cerebro emite una señal clara de lucha o corre. Hemos evolucionado para evitarlos porque ello aumenta la probabilidad de superviviencia.
Olor a baño
El olor a galletas navideñas puede traer consuelo, mientras que el olor a aguas residuales puede hacer que el corazón palpite, probablemente gracias a un impulso profundamente arraigado de evitar sustancias cargadas de enfermedades. Por eso, el que se considera el olor más fétido del mundo, según el Libro Guinness de los Récords, puede traducirse como "estándar del mal olor del baño estadounidense".
Fue desarrollado en el año 2001 por Pam Dalton, de la compañía Monell Chemical Senses Center, para poner a prueba la eficiencia de desodorantes y aromatizadores. Tal y como lo explica Federico Kukso en su libro Odorama: Historia cultural del olor:
Tras recorrer el mundo buscando los olores más asquerosos, esta investigadora desarrolló una fórmula secreta que estaría formada por una combinación de ocho sustancias químicas. Es tan desagradable que los voluntarios comenzaron a llorar y a sufrir arcadas en cuestión de segundos.
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