Si realizáramos un recorrido por la historia del conocimiento humano, ese recorrido tendría altibajos. Iríamos del nadir al cenit y, de nuevo en cierto modo, al nadir.
Porque la historia del conocimiento es una espiral epistemológica sobre casualidad, causalidad y probabilidad. Una muestra sobre lo lejos que hemos llegado como civilización y, a la vez, una cura de humildad por todo lo que aún no sabemos y, quizá, nunca logremos saber.
Si pudiéramos dividir en tres puntos clave la historia del ser humano y su afán no solo de entender los fenómenos naturales sino de elaborar predicciones conforme a ellos, los siguientes serían tales puntos.
Casualidad
Antes del siglo XVII. Oráculos y otros intentos de predecir el futuro. Todavía hay misterio, no hay sistema, no hay una explicación exhaustiva de los hechos y tiene más importancia la casualidad. Las cosas pueden ocurrir sin una causa identificable. No existe orden, solo arbitrio divino.
Si bien aparecen los primeros filósofos, estos no se basan tanto en hipótesis que deben contrastar en el mundo natural como en suposiciones o narraciones que encajan con sus prejuicios.
Causalidad
Después del siglo XVII. La casualidad es sustituida por la razón y la causa: nada ocurre si algo no lo provoca. Empezando por Copérnico y Galileo, y siguiendo con Kepler, Newton y Laplace, la ciencia moderna evoluciona a través de la aplicación del razonamiento lógico a los hechos y datos comprobables. Las teorías, articuladas en el riguroso lenguaje de las matemáticas, estaban destinadas a ser analíticas y precisas.
A pesar de la complejidad, la ciencia puede revelar el orden y la previsibilidad. Los hechos son hechos, las leyes son leyes. El universo es como una máquina y los geólogos, biólogos e incluso la primera generación de psicólogos pueden entenderla si previamente entienden cada una de las partes.
Los fenómenos observables se prestan a una descripción precisa (es decir, reducible a números), para después encontrar leyes matemáticas que vincularan esos números a un sistema ineludible. Se cree que ya podemos saberlo todo sobre todo porque conocemos las causas iniciales.
Probabilidad
Siglo XX. ¿Qué sucede con la física a partir de 1890, cuando se convierte en microfísica y la comprensión se canaliza a través del electrón y luego la radiactividad, el átomo, las partículas elementales...? Es la revolución de la física.
Por primera vez, se propone la idea de que la propia infraestructura de la ciencia, los fundamentos de todo, no es segura. La incertidumbre se refiere a anomalías epistémicas que implican información imperfecta o desconocida. Se aplica a las predicciones de eventos futuros, a las mediciones físicas que ya se han realizado o a lo desconocido.
Esta nueva era de probabilidad e incertidumbre no le sienta bien a nuestro cerebro, que prefiere la certidumbre y la seguridad. Podéis saber más sobre todo estos efectos en el siguiente vídeo, donde también presento un libro sobre la incertidumbre: