Cerca de la isla de Zakinthos, un grupo de nadadores se topó en el año 2014 con lo que parecía una ciudad perdida sumergida. Había suelos pavimentados y columnas. Sin embargo, aparte de estos restos arquitectónicos, no había ningún signo de la presencia humana en la ciudad, como monedas, vasijas y cosas similares.
Una sección especial del Ministerio de Cultura y Deportes de Grecia, especializada en arqueología submarina, tras analizar la supuesta ciudad perdida ha descubierto que es una ciudad, ni está perdida. En realidad estamos ante edificaciones producidas por bacterias y un proceso geológico natural.
Es lo que ha revelado un análisis por microscopía, de rayos X y de análisis de isótopos que ha sido publicado en la revista Marine and Petroleum Geology. Según Julian Andrews, primer autor del estudio e investigador en la Universidad de East Anglia, Reino Unido:
Investigamos la zona, que está a dos o cinco metros de profundidad, y descubrimos que en realidad es una formación geológica. Las formas de disco y de donut que se encontraron, y que se confundieron con las bases de columnas, son el típico producto de un fenómeno de mineralización de hidrocarburos, que aparece tanto en fondos marinos modernos como antiguos. Las extrañas formaciones son resultado de una falla (de ahí la distribución más o menos recta) que no rompió por completo el fondo marino. Esa falla liberó gases, en especial metano, desde las profundidades. Los microbios de los sedimentos usan el carbono del metano como combustible (fuente de alimento). Oxidan el metano y provocan cambios en la química que crean unos sedimentos con aspecto de cemento, que los geólogos llaman "concreciones".
Vía | ABC