Corre muchas leyendas alrededor de la manzana mordida que representa el logo de Apple. ¿Es la manzana del conocimiento? ¿Acaso la manzana envenenada que mordió Alan Turing? Pero la manzana de marras tiene una historia detrás mucho más interesante que no se refiere a la manzana en sí, sino a cómo está orientada en la tapa del MacBook.
En los primeros años de su fundación, Steve Jobs se reunía cada dos semanas con el equipo de Ken Segall, la mano derecha de Jobs y director de su agencia publicitaria. En esas reuniones se discutía de todo: ideas prometedoras, nuevos contenidos, nuevos diseños. Hasta que un día Jobs le planteó un dilema a Segall.
El dilema hacía referencia al diseño del nuevo PowerBook G4, el que sería el portátil más delgado jamás construido hasta el momento. Lo que le preocupaba a Jobs era la orientación del logo que aparece en la tapa del portátil.
Hasta el momento, la manzana estaba orientada de forma que quedara bien frente al usuario del propio portátil. Al abrir el portátil, la manzana quedaba al revés, boca abajo, que era así como la veían el resto de personas que estaba cerca del usuario. El dilema era: ¿qué es más importante? ¿Que el usuario vea bien el logo o que lo vean los demás?
La respuesta tuvo mucho que ver con la forma en que los usuarios interactúan con los productos Apple: también son una forma de demostrar quienes son. Como quien acude a un Starbucks. Tal y como explica Jonah Berger en Contagio:
Como podrás ver la próxima vez que eches una ojeada a un portátil Apple, Ken y Jobs dejaron de lado sus antiguas convicciones y le dieron la vuelta al logo. ¿El motivo? La observabilidad. Jobs se dio cuenta de que es más probable que la gente haga algo si se lo ve hacer a otros. (…) Por consiguiente, un factor clave para hacer que los productos triunfen es la visibilidad pública. Si algo está hecho para que se vea, crecerá.
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