Los onicófagos (los que se muerden las uñas) militantes lo sabrán muy bien: las uñas de sus manos se recuperan más rápido que la de los pies. (Sí, os garantizo que hay gente que también hace contorsiones y se muerde las uñas de los pies).
Las uñas de las manos crecen más deprisa que las de los pies. Concretamente entre 2 y 4 milímetros cada mes. Las de los pies crecen a la mitad del ritmo. Un crecimiento que se mantiene toda la vida salvo cuando se sufren determinadas enfermedades. Bajo ciertas patologías, como la psoriasis, las uñas aumentan su nivel de crecimiento. Es absolutamente normal, por otra parte, que en los dedos índice, medio y anular de las manos (o sea, los más largos), las uñas crezcan más rápidamente.
No se sabe aún por qué hay esta disparidad en el crecimiento. Pero se baraja una teoría: las manos se benefician de una mejor circulación sanguínea, y por tanto de un mayor suministro de oxígeno y de los nutrientes que estimulan el crecimiento. Y ello se debe a que está más cerca del corazón que los pies. También es posible que algunas manías, como tamborilear con los dedos o rascarse, estimulen su crecimiento, mientras que nuestros pies está libres de tales vicios en el interior de calcetines y zapatos. Eso también explicaría que en los dedos más largos crezcan más rápidamente las uñas.
Por cierto, sobre la leyenda de que las uñas (y el cabello) siguen creciendo después de muerto, deciros que es falsa. En realidad no crecen, pero visualmente parece que lo hagan porque la carne del cadáver se encoge y provoca que resalten más.
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