Muchas cervezas se sirven en botellas de cristal, y eso tiene consecuencias negativas inesperadas. Al menos, es lo que refiere, por ejemplo, el gobierno británico.
Porque más de 5.000 personas al año son víctimas de agresiones con jarras y botellas (la mayoría de cerveza), y las operaciones de reconstrucción quirúrgica le acarrean a la sanidad pública de este país más de 2.000 millones de libras.
Pero lo bueno es…
¿Por qué insistimos en servir la cerveza en botellas de vidrio? En parte, por inercia, por cultura y por liturgia. Pero también influye, al parecer, el sabor, tal y como explica Mark Miodownik en su libro Cosas (y) materiales:
En los bares y los pubs se ha probado a sustituir el vidrio por multitud de plásticos, pero, a pesar de su dureza y transparencia, estos materiales nunca han tenido aceptación entre los clientes. (…) Además de saber distinto, aquel material tiene menor conductividad térmica, por lo que uno lo nota más caliente que el vidrio, reduciendo el placer de tomarse una cerveza helada.
Vidrio más seguro
Así que, dado la resistencia de la gente a beber cerveza en recipientes de plástico o de lata, una posible solución pasaría por fabricar vidrio más seguro, en vez de sustituirlo por otro material.
Por ejemplo, el vidrio templado, un vidrio concebido originalmente por la industria automovilística para que la gente sufriera menos heridas con cristales en un accidente.
El material tiene su origen en las célebres gotas del príncipe Rupert, una curiosidad inventada en la década de 1640. Se trata de piezas de vidrio con forma de lágrima que resisten muy bien la presión en la parte redondeada, pero estallan a poco que se dañe la parte alargada.
Y ¿cómo se fabrica?
Son muy fáciles de hacer: basta con echar en agua una pieza de vidrio fundido. El extremo y rápido enfriamiento del exterior de la gota pone las capas superficiales del vidrio en un estado de compresión mecánica: todas las partículas quedan muy apretadas y es casi imposible que se formen grietas, porque el esfuerzo de compresión siempre compensará el de tracción. La superficie del vidrio se endurece así hasta tal punto que la gota, increíblemente, resiste hasta un martillazo.
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