Lo que comemos a diario, e incluso los que consideramos nuestros platos predilectos, son una mezcla de genética y ambiente, pero sobre todo de ambiente: en función del país o la cultura en la que nos hemos criado, serán unos u otros. Por eso lo que nos parece repugnante a nosotros puede ser delicioso para personas que viven a muchos husos horarios de nuestra casa.
Las primeras costumbres gastronómicas se aprenden durante la infancia. Y, si bien todos los bebés empiezan alimentándose de leche, después el abanico de alimentos cambia en función del país o la cultura. A continuación, un par de las alimentaciones para bebés más singulares del globo.
Tanzania: entre las tribus cazadoras el tuétano de las presas silvestres se considera el mejor alimento para los bebés. Laos: arroz gelatinoso premasticado por la madre, que lo pasa de su boca a la de uno (también llamada nutrición por beso).
Pero en occidente también podemos ser bastante singulares si se nos contempla desde lejos, tal y como explica Bee Wilson en su libro El primer bocado:
En el caso de los bebés occidentales, ese primer bocado de alimento sólido pueden ser cereales en polvo o un potito; calabaza ecológica al vapor pasada por el pasapurés, servida con una cuchara hipoalergénica, o un bocado casual del plato de los padres.
Aparte de la leche, no existe un alimento universal, ni siquiera en el caso de los bebés, e incluso en ese caso la leche no sabe igual en todos los países porque su sabor también depende de la alimentación de la madre.
Se ha descubierto que la los bebés criados a pecho en España tenen en el intestino bacterias distintas que los bebés criados a pecho en Suecia. (...) Puede que en Francia sepa a ajo o que en China esté perfumada de anís estrellado. De forma algo sorprendente, no todo el mundo la reconoce como el alimento ideal para los recién nacidos.
Algunas culturas rurales prefieren dar miel o aceite dulce de almendra a los bebés en sus primeros días de vida, en vez del calostro, esa leche amarillenta y densa que las madres producen en los días inmediatamente posteriores al parto. Y también hay quienes abominan de la leche en general porque la consideran antinatural o que ningún animal se alimenta de leche.
Unas ideas, por cierto, que no tienen sustento científico, como ya analizamos en El mito de que la leche es mala para la salud (I) y (II).
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