Bajad las manos, no, la mayoría del calor corporal no lo perdemos por la cabeza. Al menos no necesariamente. Así que no os preocupéis tanto de no llevar gorro.
La cantidad de calor que perdemos por cualquier parte del cuerpo depende, sobre todo, del grado de exposición. En un día frío, es más frecuente que perdamos más calor corporal por una mano sin guante que por la cabeza.
Sin embargo, el mito de la pérdida de calor por la cabeza es tan persistente que incluso se incluye en muchos manuales de supervivencia. Tal y como señala John Lloyd a propósito del nacimiento de este mito, en El pequeño gran libro de la ignorancia:
Se cree que la idea se originó en la década de 1950, cuando los científicos vistieron a los sujetos con trajes de supervivencia que no tapaban la cabeza en el Ártico, para medir la pérdida de calor en temperaturas extremadamente bajas. El profesor Gordon Giesbrecht, de la Universidad de Manitoba, es la primera autoridad mundial en supervivencia en frío extremo y afirma que la cabeza y el cuello solo representan el 10 por ciento de nuestra superficie corporal y que no pierden más calor que el resto de la piel.
Otra cosa es la sensación de enfriamiento que experimentemos. En la cabeza y el cuello hay mayor concentración de células nerviosas, lo que provocan que estas zonas sean cinco veces más sensibles a los cambios de temperatura.
Pero la información que transmite el sistema nervioso no es una medida directa de la pérdida de calor corporal, que depende de la circulación sanguínea; y, en proporción, en el cuello y la cabeza no hay más vasos sanguíneos.
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