Unos troncos de madera son muy románticos y entrañables a la hora de alimentar una chimenea que caliente la casa. Yo mismo dispongo de un vídeo en HD de un plano fijo de una chimenea para poner en mi televisión plana, en sustitución de la chimenea (que no tengo).
Pero la madera no es un combustible demasiado eficaz si lo que pretendemos es calentarnos los huesos. Si necesitamos un combustible que produzca mucho más calor que la madera entonces deberemos recurrir a otra especie de madera que no parece madera: el carbón vegetal.
En pocas palabras, el carbón vegetal es madera quemada. Un tipo de madera que no solo arde a una temperatura más elevada que la madera de la que procede (porque ha perdido ya toda la humedad y únicamente le queda combustible carbónico), sino que la pérdida de alrededor de la mitad de su peso original se traduce en el hecho de que resulta más compacto y transportable.
La producción de carbón vegetal se realizada del siguiente modo, según Lewis Dartnell en su libro Abrir en caso de Apocalipsis:
Para ello se quema la madera restringiendo el flujo de aire a fin de limitar la cantidad de oxígeno disponible, de modo que no se produzca una combustión completa, sino una carbonización. Las sustancias volátiles, como el agua y otras moléculas pequeñas y ligeras se convierten en gas fácilmente, son expulsadas de la madera, y luego el calor descompone los propios compuestos complejos que forman esta última (la madera se “piroliza”), dejando unos trozos negros de carbono casi puro.
Sin el carbón vegetal no pudo haberse desarrollado la producción de cerámica, ladrillos, vidrios y metal, que requieren de mucho calor. Y es que una tonelada de carbón vegetal puede proporcionar tanta energía calorífica como la producción anual de leña de casi media hectárea de bosque talado. El poder calorífico del carbón vegetal oscila entre 29 000 y 35 000 kJ/kg, y es muy superior al de la madera, que oscila entre 12 000 y 21 000 kJ/kg.
Existen pruebas de que en muchas pinturas rupestres de hace más de 15.000 años el carbón vegetal se utilizaba para marcar el contorno de las figuras, además de usarse como pigmento de color negro cuando se mezclaba con grasa, sangre o cola de pescado. El método tradicional para la transformación de la madera en carbón, el arte especializado del carbonero, consiste en lo siguiente:
construir una pira de troncos con un hueco central abierto, y luego cubrir todo el montón con arcilla o tierra vegetal. Luego se prende fuego a la pila a través de un agujero en su parte superior, y a continuación hay que vigilar y controlar cuidadosamente el montón así encendido durante varios días. Puede obtener resultardos similares más fácilmente excavando una amplia zanja y llenándola de madera, iniciando un fuego fuerte, y luego cubriendo la zanja con planchas rescatadas de hierro corrugado y amontonando tierra encima para cortar el oxígeno. Deje que queme por completo y se enfríe.
Imágenes | Pixabay
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