Así como lo han hecho los escritores y artistas en general durante toda la historia, los científicos también han sido proclives a emplear sustacias a fin de sobrealimentar su productividad y creatividad. A fin de cuentas, el cerebro no siempre funciona en óptimas condiciones, y el autor vive de su inspiración, es decir, de su cerebro funcionando a todo trapo. Y no todas las drogas son igualmente nocivas.
De hecho, los científicos son uno de los grupos sociales que más consume nootrópicos, también conocidos como drogas inteligentes, estimulantes de la memoria y potenciadores cognitivos, aunque la eficacia de estas sustancias, en la mayoría de los casos, no se ha determinado concluyentemente.
Las favoritas de la bata blanca
En 2012, la revista Nature publicó una encuesta llevada a cabo a 1400 científicos en la que la quinta parte de ellos reconocía que se dopaba para mejorar su rendimiento cognitivo. De estos, el 62 % usa metilfenidato (MFD), que incrementa la atención actuando en neurotransmisores como la noradrenalina. También se comercializa con los nombres de Ritalin, Rubifen, Methylin, Focalin y Prialin. Con todo, es un neuroestimulante controvertido, según objeta Jorge Blaschke en su libro Cerebro 2.0:
Precisa receta médica y es uno de los estimulantes que más ha sido robado en los asaltos a las farmacias. Para algunos es un narcótico clasificado como droga que causa dependencia. Para otros especialistas es el tratamiento correcto para los trastornos por déficit de atención con hiperactividad. También adecuado para la narcolepsia, fatiga y depresión.
Un 44 % usa modafinilo (en Europa, Provigil) para aguantar más horas despiertos. No en vano, es el nootrópico preferido de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, ya que no tiene efectos secundarios, y supera a Adderall y Ritalin. Tal y como lo explica Jorge Blaschke:
El modafinilo incrementa la norepinefrina y la dopamina, aumenta los niveles de histamina del hipotálamo. Su consumo garantiza una mayor concentración, y también es recomendado para la depresión, el Parkinson y la esquizofrenia. Modafinilo aumenta la atención de la memoria y reduce las horas de sueño. Su acción está dirigida al locus coeruleus, núcleo subcortical del cerebro situado en el tronco cerebral, que contiene la mitad de todas las neuronas que utilizan noradrenalina como neurotransmisor, el locus coeruleus proyecta sus axones hacia regiones cerebrales asociadas con transtornos de pánico. Si me dijesen que recomendase alguna smart drugs, el modafinilo es la favorita, sólo tiene en contra su excesivo precio que la convierte en un nootrópico inaccesible para una parte de la sociedad.
Un 15 % de los científicos se relaja con propanolol. Consumido por millones de hipertensos en el mundo, el propranolol actúa sobre los receptores beta-adrenérgicos de la amígdala (estructura cerebral relacionada con el aprendizaje emocional y la modulación de la memoria), y también podría usarse para borrar las trazas emocionales de un recuerdo.
Esta obsesión por obtener el mejor rendimiento intelectual en aras de hacer nuevos descubrimientos, publicar en revistas o incluso alcanzar el Nobel, también conduce a los científicos a ser unos grandes consumidores de cafeína. Según una encuesta realizada a diversos profesionales de Estados Unidos, la profesión en la que se consume más café diariamente es la de científico o técnico de laboratorio: algo que los investigadores atribuyen a que “sus experimentos a veces duran más de 24 horas y rompen su ritmo circadiano”.
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