El NAF son los niveles de actividad física. Este valor se obtiene dividiendo el número de calorías gastadas al día (gasto energético total) por la cantidad mínima de calorías necesaria para que el cuerpo funcione (la tasa de metabolismo basal).
En términos prácticos, el NAF es la razón entre lo que uno gasta y lo que necesitaría para dormir todo el día a la confortable temperatura de 25 grados. Y con ello sabemos el esfuerzo que suponía sobrevivir en diferentes épocas de la historia de la humanidad.
NAF a lo largo del tiempo
Gracias al NAF, por ejemplo, podemos comparar la carga de trabajo de los agricultores, los cazadores-recolectores y los humanos posindustriales.
El NAF vale alrededor de 1,6 para un trabajador sedentario de oficina. Puede bajar hasta 1,2 para quien pase el día en reposo en una cama de hospital. Si eres un deportista, puedes alcanzar hasta 2,5 o más.
Los valores de NAF de los agricultores de subsistencia de África, Asia y Sudamérica son, de promedio, 2,1 para los hombres y 1,9 para las mujeres.
Son cifras solo un poco más alta que la de los cazadores-recolectores. En promedio el NAF es de 1,9 para los hombres y 1,8 para las mujeres. Tal y como abunda en ello Daniel E. Lieberman en su libro La historia del cuerpo humano:
Estos promedios no reflejan la considerable variación diaria, estacional y anual que se da entre y dentro de grupos, pero ponen de manifiesto que la mayoría de los agricultores de subsistencia trabaja tanto o solo un poco más que los cazadores-recolectores y que ambas formas de vida exigen lo que hoy consideraríamos una carga de trabajo moderada.
Naturalmente, la agricultura actual no supone esa carga de trabajo tan elevada. Hoy en día contamos con maquinaria, como los tractores, que evitan mucho trabajo físico, como andar muchos kilómetros al día (tal y como hacían, por cierto, los cazadores-recolectores).