El microcosmos que se genera en el interior de un avión comercial, a 10.000 metros de altura, está lleno de misterios y habladurías. ¿Por qué hace calor si afuera hace frío? Si nos cae un rayo, ¿moriremos? ¿La comida sabe igual a semejante altura? ¿Qué gigantesca máquina se dedica a pintar los aviones y por qué suelen ser blancos? ¿Te puede explotar un implante de silicona del pecho? Y mi favorita: ¿dónde van a parar los deshechos del lavabo del avión? La respuesta que más he escuchado todavía es más curiosa: todo se expulsa al exterior, que supuestamente se convertirán en una fina lluvia de agua, orines y heces que caerá amablemente sobre el mundo.
En primer lugar, hay que señalar que el mecanismo de evacuación y limpieza es diferente para el agua de los lavabos y cocina (llamadas aguas grises) que para el agua del inodoro (llamadas aguas negras). Quienes habéis usado una autocaravana me entenderéis.
Las aguas grises sí que se expulsan al exterior. Concretamente a través de unos mástiles de drenaje que contienen la palabra HOT, ya que estas aletas son calentadas durante el vuelo para evitar su congelación, previniendo así que se tapone la salida.
Para las "aguas negras", no obstante, el método de es otro: los desechos son arrastrados a un depósito general a donde llegan conductos procedentes de todos los lavabos o bien lavabos de zonas cercanas. Tras el aterrizaje, el proceso termina con el vaciado de los residuos en zonas habilitadas por los propios aeropuertos con tal objetivo.
Otro método empleado con menos frecuencia es que el encontramos en las autocaravanas: el componente químico Racasán o el Anotec. Así, el inodoro limpia la taza del váter mediante este componente químico de color azul, llevándolo finalmente todo a un depósito de acumulación situado también bajo la taza. Posteriormente el Racasán es filtrado y mandado de vuelta al depósito de donde salió inicialmente, dejando preparado el inodoro para el siguiente uso.
Este método es el que se empleaba más antes de que se desarrollara el actual, que es, quizá, el que ha promovido la leyenda de las cacas que caen a 10.000 metros de altura. La razón es que, en ocasiones, los sistemas eran propensos a presentar fugas.
Estas fugas formaban una bola helada (a tal altura se alcanzan hasta los -50 ºC) de excrementos y líquido azul en el exterior del avión. A medida que el avión bajaba su altitud en su aproximación para el aterrizaje, la bola se descongelaba parcialmente, dejando caer sus restos sobre la tierra. Una poderosa razón para no andar cerca del aeropuerto.
Si después de todo os habéis quedado con las ganas de seguir leyendo de cacas, os emplazo a revisar el artículo que publicamos recientemente por aquí: ¿Cuántas clases de caca puede evacuar un ser humano? La escala de heces de Bristol
Vía | Los porqués | Rincón abstracto
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