Respirar o captar luz solar: solo puedes hacer eso para sobrevivir (a no ser que seas una bacteria)

Respirar o captar luz solar: solo puedes hacer eso para sobrevivir (a no ser que seas una bacteria)
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Salvo las bacterias, sobrevivir implica básicamente dos procesos a los que una criatura formada por células eucariotas debe encomendarse: o respirar o captar luz solar.

Irónicamente, es gracias a las innovaciones metabólicas iniciadas por las bacterias que tenemos aire para respirar.

Eucariotas

Todos los animales basados en células eucariotas (plantas, animales, hongos) sobreviven gracias a una de las dos estrategias metabólicas mencionadas: fotosíntesis o respiración aeróbica. Pero eso no es lo que ocurre con las bacterias, que resultan mucho más diversas que nosotros, tal y como explica Steven Johnson en su libro El mapa fantasma:

Consumen directamente nitrógeno del aire, extraen energía del azufre, son capaces de vivir a temperaturas elevadísimas en el agua de los volcanes submarinos y se concentran por millones en un simple colon humano.

Las bacterias es la forma de vida más extendida en términos de biomasa, y además son los organismos más eficaces. Sin ellas no habría aire que pudiéramos respirar:

A excepción de unos cuantos compuestos inusuales (entre ellos el veneno de serpiente), las bacterias pueden procesar todas las moléculas de la vida, cualidad que las convierte en una fuente de energía imprescindible para el planeta y en su principal mecanismo de reciclaje.

Con todo, la mayoría de los microorganismos son heterótrofos (o más exactamente quimiorganoheterótrofos), con compuestos orgánicos como fuentes de carbono y de energía. Los microorganismos heterótrofos viven de los alimentos que roban a anfitriones vivos (como comensales o parásitos) o de la materia orgánica muerta de todo tipo (saprófagos). La mayoría de las bacterias patógenas son parásitos heterótrofos de seres humanos o de otras especies eucariontes.

Las bacterias han existido desde el principio. El resto de organismos más complejos solo existen gracias a ellas. Somos aprendices en el ámbito de la supervivencia, y por eso somos menos diversos, menos adaptados, menos numerosos, más fáciles de erradicar si algo cambia en el ecosistema.

Y, a pesar de eso, ni siquiera nuestros ojos están diseñados para poder verlas a simple vista. Para poder saber de su existencia necesitamos de tecnología, o que las bacterias se concentren en el orden de diez millones por mililitro de agua (el 0,4 % de una taza).

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