Después de las comidas pantagruélicas de estas fiestas y de los respectivos propósitos para el nuevo año 2012, muchos de vosotros aspiraréis a hacer dieta.
La siguiente lista de maneras de perder peso, sin embargo, está orientada para perezosos que no quieren dejar de comer y no quieren sacar su culo del sofá. No perderéis mucho peso, pero tampoco esperéis milagros si sólo usáis la bicicleta estática para colgar las camisas recién planchadas.
1. Vacúnate
Al parecer, un virus asociado con el resfriado común podría estar relacionado con la obesidad. Nikhil Dhurandhar del Pennington Biomedical Research Center, en Louisiana, sugiere que el adenovirus-36 (Ad-36) aumenta el número de células grasas en el cuerpo y la cantidad de grasa dentro de estas células.
Otro estudio informó de que los niños con anticuerpos del Ad-36 pesaban un promedio de 23 kilogramos más que los niños sin ellas.
Dice Dhurandhar:
Si, efectivamente, algunas infecciones contribuyen a la obesidad en las personas, podríamos tener una estrategia de prevención potencialmente muy simple y eficaz: la vacunación.
2. Relájate
Diversos estudios relacionan el estrés con el aumento de peso, aunque sólo sea porque la ansiedad nos lleva a buscar alimentos más calóricos: estudios de imagen cerebral por Rajita Sinha, director del Centro Yale de estrés en la Universidad de Yale, mostraron que el estrés aumenta la actividad en el estriado ventral, una región asociada con la recompensa y los hábitos.
3. Enfríate
Durante las últimas tres décadas, los hogares en los EEUU y Reino Unido son más calurosos. Fiona Johnson y sus colegas, de la University College London, sugiere que esto puede ser que nos hace más gordos.
Simona Bo, de la Universidad de Turín, Italia, está de acuerdo. En un estudio de más de 1.500 adultos de mediana edad, su equipo encontró que aquellos cuya casa era más calurosa eran dos veces más propensas a ser obesas durante el período de seis años de la investigación.
La mayoría de la grasa de nuestros cuerpos es un tipo llamado grasa blanca. Sin embargo, cuando la temperatura ambiental se reduce a los 18 º C, la grasa marrón (que es abundante en los bebés y los adultos que en su mayoría llevan alrededor del cuello) empieza a consumirse para entrar en calor.
4. Come proteínas
Las dietas ricas en proteínas podrían hacernos más delgados. “No ha habido ningún trabajo científico en su éxito a largo plazo, pero sobre la base de su composición, podemos predecir que va a ser eficaz“, dice Alison Gosby, de la Universidad de Sydney, Australia.
Investigadores de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, mostraron que una dieta alta en proteínas y con bajo índice glucémico permitió a la mayoría la gente a comer hasta sentirse llenos sin aumentar de peso.
5. Fíjate en el recipiente
Algunos envases de plástico y latas contienen productos químicos que pueden filtrarse en los alimentos y bebidas, y la evidencia está comenzando a vincular algunas de éstas a la expansión de las cinturas.
Muchos de estos productos pueden interferir en el funcionamiento de la tiroides. Uno de los grupos, conocidos como ftalatos, también parecen activar un receptor en el núcleo de la célula llamado PPAR-gamma, que participa en la metabolización de la grasa.
En 2010, un equipo dirigido por Elizabeth Hatch, de la Universidad de Boston, reportó que los hombres con un índice de masa corporal mayor (IMC) tuvieron también mayores concentraciones en sangre de ftalatos. Otras investigaciones han relacionado la obesidad con la exposición al bisfenol A, que es otro disruptor endocrino.
6. Apaga las luces
Randy Nelson y su equipo de la Ohio State University encontró que los ratones expuestos a la luz durante la noche pesaba 10 % más en el final del estudio de ocho semanas que los ratones que habían experimentado un estándar ciclo luz / oscuridad, a pesar de que comieron el mismo número total de calorías y realizaron la misma cantidad de ejercicio.
La luz durante la noche puede alterar el reloj circadiano, alterando el metabolismo de un individuo.
7. Múdate de país
Respirar aire contaminado puede causar exceso de grasa se acumule alrededor de su estómago y hacer que sus células menos sensibles a la insulina, aumentando su riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. “Creemos que la contaminación del aire juega un papel muy importante en la actual epidemia de obesidad“, ha declarado Xu Xiaohua de Ohio State University.
Xu expuso a ratones jóvenes con el aire muy contaminado con partículas finas durante 6 horas al día, cinco días a la semana, y encontró que después de 10 semanas había un 50 % más grasa abdominal en los ratones que fueron alimentados con la misma dieta pero inhalaban aire filtrado.
Otro estudio de John Pearson, de la Universidad de Harvard, encontró una fuerte relación entre los niveles de contaminación atmosférica por partículas finas y la prevalencia de diabetes tipo 2 en América del Norte.
8. Duerme más
El colmo de los perezosos. Rachael Taylor de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, ha encontrado que los niños de edades comprendidas entre 3 y 5 años que duermen menos que el promedio de 11 horas por noche son más propensos a tener sobrepeso u obesidad en el momento de cumplir 7.
La falta de sueño reduce la secreción de leptina, una hormona que suprime el apetito y aumenta los niveles de grelina, una hormona que estimula el apetito. “O podría ser tan simple como dormir menos significa más tiempo para comer“, dice Taylor.
Vía New Scientist
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